Gonzalo Núñez, Alumni Filosofía y Magíster en Filosofía UAH: “Chile está buscando sus límites y se está preguntando cómo puede transgredirlos”
Por: Patricio Aguilera Zulantay, Alumni Periodismo UAH.
Desde su etapa universitaria ha centrado su atención en los límites, y cómo este concepto puede concretizarse en aspectos políticos y sociales en Chile. Con un Magíster en Filosofía UAH y un Doctorado en Filosofía por la Universidad de Sheffield en Inglaterra, ha realizado investigaciones que le han permitido analizar procesos históricos de una forma interdisciplinaria. Actualmente es Director de la Revista Palabra y Razón de la Universidad Católica del Maule, docente e imparable investigador.
Muchas personas se sienten alejadas de la investigación filosófica, pero sus repercusiones suelen impactar más de lo que creemos. Al centrarte en el estudio de los límites, ¿cómo podrías vincular ese concepto con la realidad del Chile actual?
Uno puede pensar que Chile en este último tiempo ha estado en un límite, en una zona fronteriza. La noción “Chile despertó” plantea que el país estaba dormido y ahora se transforma. Ahí hay una experiencia limítrofe que tiene que ver con los procesos de democratización después de la dictadura, en la que se busca esa capacidad autónoma de poder trazar nuestros propios límites. Como dice Kant, esta facultad de la razón de buscar los propios límites en un juicio a sí mismo.
¿Cómo nació tu interés por este tema?
Creo que el curso en el que empecé a definir mis líneas de investigación fue en filosofía del lenguaje; un curso sobre lógica, epistemología, semántica, todo lo vinculado al lenguaje, que me llevó a realizar mi tesis sobre el silencio en el lenguaje. Ese trabajo me marcó mucho, incluso más que el trabajo que hice para Magíster y Doctorado. Fue el momento en que yo me sentí más libre haciendo un trabajo sobre filosofía.
¿Y cómo fue mutando tu línea de investigación hasta centrarte en los límites?
Como en pregrado me centré en el trabajo sobre el silencio, sobre Wittgenstein, después en el Magíster también me centré en él, en la noción de límites en las dos etapas de pensamiento de Wittgenstein. Ahí me obsesioné con el concepto. Por ello, el doctorado sirvió para preguntarme qué es un límite, ya no desde un autor en particular, sino como un problema en sí mismo: Qué tipo de entidad es un límite, cómo se trazan, si tienen una condición ontológica o es una proyección humana en el mundo, qué propiedades tienen, son entidades que existen por sí misma o dependen ontológicamente de otras…
Me interesa conversar cómo lo teórico se expresa en la vida cotidiana de las personas. ¿De qué forma comenzaste a bajar ese concepto a la práctica?
Después del Doctorado lo he podido concretar en cuestiones más políticas; en migración, en literatura, en el concepto de liminalidad desde la antropología, desde la sociología. Lo que fue una obsesión por los límites en pregrado, ahora lo estoy desarrollando de forma más interdisciplinaria.
Una de tus columnas en El Desconcierto abordó el momento cuando sacan el Monumento Baquedano de Plaza Italia. Es interesante aplicar la línea limítrofe que planteas al contexto del Estallido Social: reflexionar sobre la lucha que había entre quienes defendían la institucionalidad y entre quienes buscaban modificarla.
El Estallido Social fue un proceso de desinstitucionalización que podría verse representado en el caballo de Baquedano. En la idea de botar las instituciones. Ese caballo representa toda una historia que se cuenta en Chile desde los héroes militares. No hay monumentos históricos que hagan memoria o identidad de la historia popular de Chile. Por eso, el que hayan sacado la estatua y que Carabineros estuviera custodiando la nada, es algo muy potente. Ahora estamos en eso: queremos transformar algo, ganó el rechazo y no hay un norte muy claro de lo que queremos hacer. Y que haya ganado no significa que ese momento se haya apagado. Creo que sería un error pensar que esto terminó con la votación del plebiscito recién pasado. Sigue habiendo un momento límite. Chile está buscando sus límites y se está preguntando cómo puede transgredirlos.
Comprendiendo la importancia que puede tener la filosofía para analizar contextos tan complejos como el Estallido Social, ¿qué desafío tiene pendiente la filosofía para instalar con más fuerza sus planteamientos?
En base a mi experiencia, he podido ver que el mundo académico muchas veces es muy competitivo, hay mucho ego, pero también es muy importante pensar en el filósofo o filósofa desde otro punto de vista. Tenemos la responsabilidad de que la filosofía salga del egocentrismo y que busque su lugar en la sociedad, desde un rol más activo y cooperativo.
¿De qué forma influyó la UAH en esta postura profesional?
Yo no sabía qué estudiar cuando salí del colegio. Me gustaba leer y se abrió la posibilidad de estudiar filosofía. De a poco me fui enamorando de la carrera. Algo muy potente fue la relación con los profesores. Su apoyo fue fundamental; las conversaciones en los pasillos, que te reciban hace que uno se sienta más confiado de lo que hace. Es una actitud súper significativa. El vínculo nunca lo he perdido y estoy abierto a seguir en contacto, a mantener el círculo de la filosofía corriendo, generar un sentido de colaboración.
En estos 25 años de la Universidad Alberto Hurtado, el nuevo lema es “Universidad para el bien común”. ¿Cómo definirías este concepto? ¿Qué reflexión te genera?
Es un concepto bien filosófico. Lo podemos ver en la idea del contrato social; encontrar un pacto común que nos lleve a un nivel de vida óptimo, y eso está muy presente actualmente en Chile, y es lo que también está en crisis: qué es lo que se entiende por bueno y por común. La idea del bien común implica colectividad. Es un concepto que hay que plantearlo, teorizarlo y llevarlo a la práctica. Me parece interesante que la universidad coloque en el lema un concepto que parece evidente, pero que la realidad política chilena ha demostrado que no todos entendemos lo mismo por bien común, así que ahí hay un desafío importante de darle carne al lema.