Simón Rodríguez, Alumni Magíster en Gestión y Dirección Educacional UAH: “Tenemos que lograr una educación más justa y que el sistema escolar profundice en su responsabilidad ética y social”
Por: Patricio Aguilera Zulantay, Alumni Periodismo UAH.
Su trayectoria profesional ha estado ligada con fuerza a la educación pública. En 2008 ayudó a construir los primeros programas pilotos en Chile en torno al liderazgo escolar. Desde el trabajo en terreno, en docencia e investigación, cuenta con amplia experiencia en el desarrollo del liderazgo educativo, en políticas de mejoramiento escolar. Ha dirigido programas de formación en liderazgo para docentes, directivos y directores a lo largo de todo Chile.
Actualmente eres estudiante del Doctorado en Educación UAH-UDP. Antes de profundizar en tu línea de investigación, ¿nos podrías comentar en qué situación se encuentra Chile en términos de reestructuración del sistema escolar?
Chile está en transición; en una nueva política que se llama Nueva Educación Pública, donde el foco es un cambio estructural centrado en el nivel intermedio, donde se traspasan a las escuelas de los municipios a servicios locales. Estos servicios tienen una mayor responsabilidad y capacidades, con profesionales a cargo. Es un gran desafío, porque hay un cambio estructural, un cambio de prácticas y creencias, de significados. Es una gran oportunidad, pero también un gran riesgo.
En concreto, ¿qué estás analizando?
Lo que yo quiero estudiar son los servicios locales, y en específico, la construcción del apoyo técnico que realizan asesores técnicos de servicios locales con equipos directivos de liceos o establecimientos de educación secundaria. Hay un espacio de conocimiento y aporte al conocimiento teórico, pero también a la política nacional. Chile está invirtiendo una gran cantidad de recursos: ya llevan 11 servicios locales instalados y se espera que lleguen a 70 de aquí al año 2027.
¿Has podido llegar a ciertas conclusiones que sirvan a estos servicios, y a las y los profesionales que se vinculan con este proyecto nacional?
Esta Ley se promulgó en 2017. Hace poco se cumplieron cinco años. Lo que se sabe es muy reciente: hay estudios de 2020 y 2021, un informe técnico y artículos en revistas. Plantean la preocupación de que instalar una nueva estructura no modifica necesariamente las prácticas de control y supervisión. También hay estudios internacionales centrados en el nivel intermedio para la mejora de establecimientos. Se ha levantado la idea de que hay una construcción de una asociación profesional de aprendizaje: Que los profesionales del nivel intermedio tienen un rol de responsabilidad respecto al establecimiento, y los directivos y docentes trabajan alineados a este proyecto. Hay una relación permanente.
¿Qué desafíos trae este giro en la estructura conocida hasta la actualidad?
Pasamos de la supervisión, de la entrega de información, a trabajar junto con otro para abordar los desafíos de la escuela y del liceo. Aquí prima la confianza y el respeto, donde hay una relación horizontal. Se van alternando los roles. Esa asociación es un giro y me interesa mucho si esto se va dando en el nuevo contexto de Nueva Educación Pública, porque desde ese enfoque cambiamos la comprensión asimétrica del poder y de la comprensión de que el aprendizaje se da en un contexto organizacional institucional. Todo esto repercute en cómo se puede trabajar y aprender con otro en el aula.
Además de ser estudiante del Doctorado en Educación UAH-UDP, ya cuentas con un Magíster en Gestión y Dirección Educacional en nuestra universidad. ¿Cómo se ha construido tu relación personal y profesional con la UAH?
Una primera conexión que tuve con la UAH fue cuando comencé a involucrarme con la educación, específicamente a través del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE). Fue un centro súper relevante en épocas complejas para Chile, donde la educación no era un foco público. La investigación del CIDE fue referente, participé de reuniones y conocí a profesores. Entonces, cuando decidí hacer el postgrado no me fue ajeno que fuera en la UAH; ya conocía su línea de desarrollo y de pensamiento. Esta universidad siempre se ha propuesto contribuir a lo público, críticamente pero también contribuyendo, y eso me hace mucho sentido.
Desde 2008 comenzaste a trabajar en el desarrollo de programas piloto en Chile en torno al liderazgo escolar, una temática que, sin duda, se requiere para lograr todos los objetivos que estamos conversando. ¿Qué análisis haces en la materia?
Pude participar cuando se empezó a hablar en Chile de liderazgo y no solo de dirección. Ahora está claro que el liderazgo es un tema, que es importante, tiene más legitimidad, y entendemos que el trabajo de los líderes formales e informales influye en el trabajo de las escuelas y liceos. Tenemos como desafío la profundización: entender que es distinto el liderazgo en un liceo o en una escuela, en un jardín o en un establecimiento con vulnerabilidad. Todas esas situaciones son más precisas, y son los desafíos para poder movilizar lo que a uno le motiva: Tenemos que lograr una educación más justa y que el sistema escolar se haga cargo de su responsabilidad ética y social.
¿Qué entiendes por liderazgo?
El tema del liderazgo tiene que ver con toda la relación y la interacción para el trabajo conjunto en torno a desafíos que tienen que ver con la práctica en un establecimiento. Cada establecimiento tiene distintos desafíos. El liderazgo es un fenómeno relacional. Más allá de ocupar un cargo, tiene que ver con el proceso y relación del trabajo conjunto. Tiene que ver con el compromiso o también con poder desaprender cosas para aprender otras nuevas. Esa es una dimensión; movilizarse con un compromiso que nos va a generar nuevos aprendizajes.
La UAH siempre ha estado muy vinculada al contexto territorial. En ese sentido, ¿cómo crees que está impactando la situación social, política, económica y cultural de Chile en esta nueva forma de entender la educación escolar?
Con toda la pandemia y el retorno a la presencialidad, estamos en un momento muy crítico donde ha aumentado la deserción, la inasistencia, la matrícula ha disminuido, donde hay otras formas de entender la relación familia-escuela, hay un cuestionamiento sobre cómo nos relacionamos, el ingreso del factor online, hay un tremendo desafío con un contexto de mayor migración, en el que el movimiento de las familias cambia, y a nivel de prácticas de aprendizaje, cómo la multiculturalidad influye y reelabora las formas de convivencia dentro de un establecimiento.
En estos 25 años de la Universidad Alberto Hurtado, el nuevo lema es “Universidad para el bien común”. ¿Cómo definirías este concepto? ¿Qué reflexión te genera?
El bien común es un término difícil y complejo, porque implica desprenderse de intereses personales por intereses colectivos. Es medio contracultural. Si una universidad está en pos del bien común y lo tiene como lema, me hace mucho sentido que sea un espacio donde se desarrolle conocimiento crítico, propositivo y constructivo.