Hugo Bello, Director del Magíster en Literatura Latinoamericana UAH.
Señor Director:
El Frente Amplio está constituido por una heterogénea y compleja diversidad de partidos y movimientos. Su proyecto de ser una plataforma de transformación del país es legítimo, es auténtico (porque quiere expresar a un conjunto de personas que no tienen representación, a su juicio, en los partidos tradicionales) y es necesario, pues incorpora a la lucha política a quienes por una o miles de razones antes no lo habían hecho. Como expresión plural, de género, clase, capas y espacios territoriales, tiene el desafío de mantenerse detrás de un conjunto de ideas que le permitan avanzar hacia el poder sin mayores desangramientos, para finalmente enfrentar a sus más evidentes oponentes o rivales en condiciones que le permitan hegemonizar desde sus posiciones, las controversias, debates y diferencias que marcarían con su impronta los destinos del país. Hasta ahora, el Frente Amplio ha desarrollado una carrera meteórica, no menos interesante que la que en otros momentos de la historia llevó adelante la DC, el Frente Popular, la UP. En un espacio donde muchas fuerzas se debaten por arrebatar el poder a una derecha que monopoliza el poder en casi todos los ámbitos de la realidad nacional. Salvo en el poder ejecutivo, que es el poco poder que transitoriamente se les ha arrebatado.
En 1970, cuando Allende llega al poder encabezando a la UP se podía advertir que las fuerzas políticas que lo respaldan son aquellas que están compuestas básicamente por las capas medias (prefiero decir eso a clase) y por un contingente relevante de la clase obrera, cuyos partidos tienen un fuerte componente de profesionales, personas ilustradas, artistas, etc. La derecha de la época, al igual que el mal llamado centro, se llevan una parte importantísima de los votos de las clases populares: imposible que sea de otra manera. El uno por ciento del país no podría ganar elección alguna si no fuese porque tiene capturadas las conciencias y la ignorancia de millones de compatriotas. Dicho esto, las condiciones y el contexto que rodean y componen al Frente Amplio no son muy diferentes del que antes han enfrentados otros “proyectos” políticos. El FA se ha empeñado, hasta ahora, en alegar en contra de muchas de las cosas que los gobiernos de la Concertación de Partidos no hicieron (y que ellos pretenden hacer) y contra muchas otras que se hicieron mal (las que ellos pretenden corregir). Para corregir, enmendar, rectificar y rehacer es necesario tener una fuerza a su favor que está lejos de exhibir. Es más, varias de las pequeñas cosas que pretende, con el 20% o con más, no son realizables si no cuentan con una decidida mayoría. Cuando hayan conseguido, si es que terremotos y tsunamis lo permiten, la fuerza necesaria para enfrentar a la derecha, necesariamente habrán de haberse convertido en una de las dos partes del duopolio. En ese momento, si es que se verifica en la historia de Chile ese prodigio, habrá tenido que arrasar y avasallar a todos los que de una u otra manera constituyan la piedra en el zapato o sencillamente su contrincantes, del lado de acá y del de allá. Es decir, el FA aspira, quiéranlo o no, a ser quien sustituya a la Concertación de Partidos, a la Nueva Mayoría o quién quiera que sea. Entonces, habrán tenido que negociar, tranzar, llegar a acuerdos, pactar, entenderse, con unos, con los otros, con la derecha inclusive. Con los empresarios, con los comunistas, con los socialistas que queden, con los democratacristianos, etc. Entonces, cuando sean parte del duopolio, todo su pasado histórico se les pondrá encima con el peso de una frazada empapada de agua. Entonces, y sólo entonces, podrán poner condiciones.
Pero, eso y más, está por verse. Mientras, que Dios nos pille confesados.
Hugo Bello Maldonado
Director Magíster en Literatura Latinoamericana
Universidad Alberto Hurtado