Fuente: Revista Mensaje
El día domingo 4 recién pasado vivimos la experiencia de un plebiscito que contó con la mayor participación de ciudadanos en la historia de Chile. Un acto cívico extraordinario, organizado por el Servel, cuyos resultados se entregaron con notable prontitud. Nuestra institucionalidad funcionó muy bien, lo que nos llena de un sano orgullo y de gratitud hacia todos los funcionarios, vocales y voluntarios que colaboraron. En los resultados, triunfó la opción Rechazo. La Propuesta de Nueva Constitución para Chile, elaborada por la Convención, no prosperó. Pareciera que el proceso vivido los últimos años, de un momento a otro, se hubiera simplemente desechado. Sin embargo, creemos que no es así, que no debe ser así.
En estos momentos el Gobierno y el Congreso tienen el deber de encauzar el anhelo expresado en el plebiscito de entrada: Chile quiere y necesita una nueva Constitución. Hay demasiadas heridas en nuestra convivencia, tal como expusimos en nuestra anterior editorial. La crisis política y de las instituciones, las profundas desigualdades, la situación de los pueblos originarios, la violencia, el descuido de la naturaleza, las diferencias en la salud y en la vivienda, los resabios de un intolerable machismo, el excesivo centralismo, etc., son injusticias estructurales que deben ser abordadas pronto, con realismo y en profundidad. Es esperanzadora la reacción de los principales exponentes del Apruebo y del Rechazo que, con altura de miras, aceptaron lealmente el resultado, pero a la vez reconocieron la necesidad de hacerse cargo de los problemas y buscar pronto una solución que, reconociendo las diferencias, permita una convivencia ciudadana centrada en el Bien Común. Ya había algunos compromisos previos al plebiscito que esperamos se cumplan a cabalidad.
¿HA SIDO UN TIEMPO PERDIDO? ¿ES UN PROCESO FRACASADO?
Creemos que no. El año de funcionamiento de la Convención fue un tiempo de enorme aprendizaje en lo formal. Todo era nuevo, no había reglas definidas. Discutimos desde la conformación de la Convención, pasando por su reglamento de funcionamiento interno, hasta los más diversos contenidos constitucionales: desde el sistema político y el modelo económico, hasta los derechos sociales y los equilibrios ecológicos, cómo incorporar a las minorías o distribuir el poder. Descubrimos opciones desconocidas, sopesamos aspectos a favor y otros en contra de cada uno. Nada de ello es una pérdida. Hoy somos un pueblo más formado que antes en conceptos constitucionales y jurídicos, sin duda alguna. Habrá que evaluar, aprender y volver a intentar, incorporando los aprendizajes…
Ver opinión completa