Fuente: Le Monde Diplomatique
El 19 de diciembre, se conmemora el Día de Prevención del Femicidio, una fecha que nos emplaza a recordar a Javiera Neira Oportus, una niña de solo 6 años, asesinada por su padre en 2005 tras intentar defender a su madre de la violencia que él ejercía sobre ella. Este trágico caso refleja de manera desgarradora las consecuencias de la violencia intrafamiliar y, en particular, la violencia que sufren las niñas en nuestro entorno.
Según los datos de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, publicados en agosto de 2024, se registran 51 agresiones sexuales al día en Chile, lo que equivale a una agresión cada 28 minutos. De estas víctimas, se estima que 9 de cada 20 son niñas y adolescentes menores de 18 años. Esta alarmante cifra nos recuerda la vulnerabilidad de las personas menores de edad frente a la violencia sexual y física, la cual ocurre, en muchos casos, dentro de sus propios hogares.
La realidad es que muchas niñas viven diariamente sumidas en contextos de violencia intrafamiliar, a menudo perpetrada por aquellos que deberían ser sus cuidadores y protectores. Los estudios han demostrado que los abusos ocurren con frecuencia dentro de la misma familia, lo que complica aún más la situación de estas niñas. A lo largo del tiempo, crecen en un entorno donde las relaciones interpersonales y afectivas se ven distorsionadas por la violencia. La pregunta que surge es cómo estos primeros años de vida impactan en sus relaciones futuras y cómo influirán en sus futuros vínculos afectivos y sexuales.
Un caso paradigmático que resalta esta preocupación es el de una joven universitaria que, durante una discusión en un grupo de investigación, narraba la violencia que había vivido su madre a manos de su padre. En medio de la conversación, se dio cuenta, como un descubrimiento, de que estaba viviendo una relación similar con su pareja actual. Este momento de reflexión, facilitado por el intercambio con otras mujeres, le permitió darse cuenta de la peligrosa relación en la que se encontraba. Este tipo de conciencia, a menudo, solo surge cuando las víctimas tienen la oportunidad de compartir sus experiencias y reflexionar sobre ellas.
Hoy, en este día de recuerdo para Javiera y todas las víctimas de violencia, existen muchas niñas que, en silencio, enfrentan el horror cotidiano de vivir bajo la amenaza constante de la violencia en sus hogares. Ellas esperan con temor la llegada de su padre o de la pareja actual de su madre, y viven alertas al maltrato psicológico y físico que puedan sufrir sus madres. En estos hogares, las niñas se convierten en víctimas del terrorismo patriarcal, una forma de violencia en un contexto donde el cariño filial se ve distorsionado por la violencia y el abuso.