Fuente: CIPER
SEÑOR DIRECTOR:
Continuamente se habla sobre los beneficios de la música. Sin embargo, rara vez se discute sobre las barreras que plantea el sistema de la educación musical para acceder a ellos. Con mi equipo de trabajo, conformado por personal de las universidades de Concepción, Valparaíso y Universidad Alberto Hurtado, pronto iniciaremos un viaje a Estonia y Finlandia para compartir orientaciones pedagógicas que permitan vincular el aprendizaje musical y la educación en derechos humanos, tomando en cuenta las visiones ligadas al activismo, el cambio climático y la interculturalidad que busca instalar la OCDE mediante la competencia global.
Nuestra agenda coincide con el proceso de consulta pública que ha abierto el Mineduc respecto a la actualización de las bases curriculares. Al respecto, valoramos positivamente que los aspectos técnicos de la competencia global sean recogidos en la política educativa con el afán de mejorar los resultados en las pruebas internacionales. Sin embargo, nos preocupa que el espíritu activista y basado en los derechos humanos quede en último plano, puesto que el foco se pone en redefinir los contenidos de aprendizaje, en lugar de establecer acuerdos y compromisos transversales en torno al sentido de ciudadanía que queremos alcanzar en lo valórico.
El proceso de actualización impulsado por el Mineduc también busca renovar el currículo de la asignatura de Música. En este sentido, estamos en desacuerdo con la iniciativa ministerial de crear una sola asignatura artística en 1° y 2° Básico que articule lo plástico, lo escénico y lo musical, pues las experiencias de Brasil y Colombia han dado cuenta de que es prácticamente imposible contar con profesores que dominen todas las disciplinas artísticas, quedando la música siempre al final de la fila. Se entienden las presiones gremiales, pero un modelo educativo no puede utilizarse como moneda de cambio.
También cuestionamos aspectos técnicos. Por ejemplo, nos preocupa que los nuevos enfoques se limiten a declarar una visión artística y estética de la música, pasando por alto su valor cultural en un mundo diverso y complejo, donde confluyen saberes locales, ancestrales y globales. Nos parece extraño que una política educativa fundada en el academicismo se proponga durante el ejercicio de un gobierno progresista. Si consideramos otros aspectos técnicos, como, por ejemplo, los ejes, es plausible aseverar que la actualización curricular intensificará el agobio laboral del profesorado de música.