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Fuente: La Tercera
“Es urgente, lo necesitamos para ayer”. Esta frase, por muy absurda que suene, no es rara en oficinas o lugares de trabajo. Aunque no es más que una forma de decir, en vez de fomentar la eficiencia y la rapidez, lo que promueve es el desorden laboral, una ansiedad que deviene en caos, luego en estrés y al final en angustia.
Así lo previenen las investigaciones científicas que asocian el desorden y la desorganización, tanto en el trabajo como en lo doméstico, con diversas complicaciones a nivel de salud mental: desde una mayor probabilidad de desarrollar trastornos del ánimo hasta problemas de memoria, dificultades para controlar los impulsos e incluso malos hábitos alimenticios.
“El desorden puede generar estrés y angustia, pues crea una sensación de abrumadora falta de control y dificultad para concentrarse”, sostiene Rocío Mayol, directora del postítulo en Neuropsicología Clínica de la Universidad Alberto Hurtado. También es capaz de “disminuir la sensación de bienestar, felicidad y la seguridad que una persona obtiene en sus espacios personales”.
“Mantener un espacio ordenado puede proporcionar un sentido de calma y control”, complementa Mayol, lo que espantaría el riesgo de desesperarse por no encontrar el documento que necesitabas enviar “para ayer”.