Fuente: Cooperativa
El pebetero de los Juegos Olímpicos París 2024 se apagó, pero, de alguna manera, uno queda impregnado con el espíritu que trasciende la gesta deportiva. Estos juegos parisinos, de manera especial, y dejando de lado alguna que otra polémica, revitalizaron la tríada de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad, colocando el acento en la diversidad, inclusión y la equidad de género. Tres pilares fundamentales de toda democracia avanzada que pone en el pebetero al diálogo social, como la llama que alumbra el entendimiento para avanzar en la carrera más importante de la humanidad: “Poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad”, una meta planteada así, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.
Gran parte de esta carrera se juega en la cancha del mercado del trabajo, un ecosistema donde mejor se entiende y justifica la distribución de la riqueza entre capital y trabajo. Un entorno en la que la asimetría de poder es una de sus características, en el cual más bien se tiende a establecer la jerarquía como principio ordenador de las formas de cómo tramitamos las diferencias entre empleadores y trabajadores. Por eso, tampoco ha sido fruto del azar que, desde el mundo del trabajo, surgiera el concepto de diálogo social como herramienta para gestionar la conflictividad laboral, entrando a las grandes pistas, en una carrera de posta hacia la meta de la sustentabilidad y sostenibilidad del planeta.
Una meta en la que, por supuesto, las empresas privadas y públicas tienen mucho que decir y, sobre todo, hacer. Hoy, ya no basta con que sean exitosas en cuanto a utilidades, productos y servicios también es necesario que sean respetuosas con el medio ambiente y con los derechos humanos. Por eso, son importantes todos los esfuerzos encaminados a fortalecer el diálogo en torno a ello, en la búsqueda también del trabajo decente tal cual lo define la OIT. En parte pensando en aquello, en julio de 2000, la ONU estableció el Pacto Global invitando a las empresas -de todos los tamaños, de todos los sectores y de todos los países- a incorporar 10 principios universales vinculados con los derechos humanos, el trabajo, el medioambiente y la lucha contra la corrupción, así como también los ODS, en sus estrategias y operaciones.