Fuente: El País
Hace varios años se viene discutiendo la tensión entre requisitos de ingreso para estudiar pedagogía y calidad docente, sin lograr mayores avances. A la base está la hipótesis de la existencia de una lógica lineal y deductiva, que plantea un efecto directo entre ambos elementos.
Otra perspectiva a considerar acerca de este tema tiene que ver con el hecho de que los resultados de aprendizaje —en cualquier nivel y modalidad, ya sea escolar, de la prueba de selección a la universidad o de la formación superior— siempre son situados. Es decir, los procesos de aprendizajes que logran las personas suceden en contextos reales y están condicionados por las características socioculturales y socioeconómicas de los entornos de las y los aprendices y sus grupos de referencia. Esta consideración, que ha sido ampliamente abordada por la literatura y la evidencia empírica, quedó de manifiesto durante la pandemia, donde se hizo ineludible reconocer que las condiciones para el logro de aprendizajes de las y los estudiantes importan y mucho.
Para efectos de la discusión específica, lo anterior implica que quienes obtienen los mejores puntajes y notas, como evidencias de su aprendizaje, son estudiantes que en sus hogares y/o sus escuelas han contado con actores significativos, espacios y recursos que promueven las oportunidades de aprendizaje y valoran su logro. Más aún, quienes obtienen los mejores resultados en pruebas de selección académica son estudiantes que a lo largo de sus trayectorias escolares han alcanzado el dominio de los códigos culturales y los desempeños específicos que se evalúan en esas instancias.