Álvaro Soto, académico de la Facultad de Psicología UAH.
Fuente: El Mostrador
![](https://uahurtado.cl//wp-content/uploads/2022/03/Decano-Alvaro-Soto-220x220.jpg)
Decano Facultad de Psicología, Álvaro Soto.
Cinco años ya han pasado desde que ingresó el proyecto de modificación del Código del Trabajo que reduce la jornada laboral semanal de 45 a 40 horas. Hoy forma parte central del programa del actual Gobierno y parece instalado como algo inevitable, que incluso llegaría más tarde que iniciativas que muchas empresas ya han instalado. De hecho, el propio Gobierno ha lanzado el “Sello 40 horas”, a través del cual se reconoce a las empresas que ya están implementando este límite a las horas trabajadas. Que la realidad se imponga, parece ser la estrategia.
En efecto, muchas de las mediciones y rankings de gestión consideran ya hace un buen tiempo la instalación de medidas vinculadas al tiempo de trabajo, sea de reducción de jornadas, de aumento de días de vacaciones o de flexibilización de las jornadas.
Y es que el debate por las 40 horas, además de la histórica contradicción entre capital y trabajo, despierta al menos dos profundas contradicciones de nuestras culturas laborales, que no hemos logrado procesar en los espacios de trabajo, ni en el debate social más amplio. Y ahí la oportunidad de este momento.
La primera contradicción alude directamente a los empleadores y a quienes estamos a cargo de dirigir personas. Todos reconocemos la importancia de definir objetivos, de delegar y dar autonomía. Sin embargo, cuando la tensión o la incertidumbre aumentan, la respuesta más automática es volver a mostrar autoridad, vigilar, exigir. Asegurarse de que la gente trabaja, y que trabaja mucho (en horas, no necesariamente en calidad). No es solo una cuestión de costos, es una demostración de fuerza…
Ver columna completa