Fuente: La Tercera
La instalación de la Convención ha marcado un hito en la historia de nuestro país. Un día en que se expresaron multiplicidad de colores, expectativas, y también tensiones y momentos de conflicto, frente a lo cual fue posible darle cauce e inicio al proceso.
Sin duda una instalación no exenta de dificultades. Han emergido durante este primer mes posturas de distintos lados, emociones y sentimientos, que dan cuenta de historias personales y colectivas, frustraciones y dolores; historias y memorias, y que en ese espacio de la Convención se expresan, con distintas intensidades y formas. Hemos escuchado distintas voces, que expresan formas diversas de vivir, entender y significar valores y experiencias. Distintas lenguas se han expresado en la Convención, donde los pueblos originarios nos invitan a escuchar la palabra de una manera distinta a cómo estamos, tal vez, acostumbrados. La riqueza de la palabra y la diversidad ha abierto un espacio de nuevos saberes y conocimientos, para muchas personas desconocido hasta ese momento. La palabra nos permite hablar, escuchar, entender y darnos a entender. Es a través de la palabra que se puede conversar, intercambiar y dialogar. La Convención ha asumido múltiples tareas y desafíos. Para avanzar en ellas, el diálogo y la escucha profunda son esenciales. A través de la escucha profunda se abre la posibilidad de indagar, explorar y llegar a descubrimientos compartidos. En el diálogo las personas se esfuerzan por incluir las inquietudes de los otros en su propia perspectiva, aun cuando el desacuerdo persista. Permite explorar en forma conjunta y profundizar la propia comprensión, en base a perspectivas diferentes e integrarlas en un sentido compartido…
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