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A un mes de iniciado el trabajo de la Convención Constitucional, Rosa María Olave, Directora del Programa de Mediación y Resolución de conflictos UAH, reflexiona sobre la relevancia del diálogo.
La instalación de la Convención ha marcado un hito en la historia de nuestro país. Un día en que se expresaron multiplicidad de colores, expectativas, y también tensiones y momentos de conflicto, frente a lo cual fue posible darle cauce e inicio al proceso.
Sin duda una instalación no exenta de dificultades. Han emergido durante este primer mes posturas de distintos lados, emociones y sentimientos, que dan cuenta de historias personales y colectivas, frustraciones y dolores; historias y memorias, y que en ese espacio de la Convención se expresan, con distintas intensidades y formas. Hemos escuchado distintas voces, que expresan formas diversas de vivir, entender y significar valores y experiencias. Distintas lenguas se han expresado en la Convención, donde los pueblos originarios nos invitan a escuchar la palabra de una manera distinta a cómo estamos, tal vez, acostumbrados. La riqueza de la palabra y la diversidad ha abierto un espacio de nuevos saberes y conocimientos, para muchas personas desconocido hasta ese momento. La palabra nos permite hablar, escuchar, entender y darnos a entender. Es a través de la palabra que se puede conversar, intercambiar y dialogar. La Convención ha asumido múltiples tareas y desafíos. Para avanzar en ellas, el diálogo y la escucha profunda son esenciales. A través de la escucha profunda se abre la posibilidad de indagar, explorar y llegar a descubrimientos compartidos. En el diálogo las personas se esfuerzan por incluir las inquietudes de los otros en su propia perspectiva, aun cuando el desacuerdo persista. Permite explorar en forma conjunta y profundizar la propia comprensión, en base a perspectivas diferentes e integrarlas en un sentido compartido…