Mario Álvarez, académico del Departamento de Periodismo.
La situación política en Chile vive un momento de particular tensión. No se trata solo de la aprobación, por parte de la Cámara de Diputados, de una reforma que permitiría a los ciudadanos sacar el 10 por ciento del capital acumulado en sus fondos de pensiones, sino también de la escasa popularidad y el desorden en las filas del oficialismo. En concreto: el gobierno de Sebastián Piñera no pasa por un buen momento.
Si a eso se suma la creciente cantidad de voces que no solo dudan de la capacidad del mandatario para ordenar su sector, sino que derechamente ponen en cuestión la viabilidad de su gobierno, el panorama resulta aún más desolador. El antropólogo Pablo Ortúzar, uno de los nuevos intelectuales de la derecha, dijo en Radio Infinita el miércoles 15 de julio: “no tengo claridad de que Piñera pueda terminar su mandato; el presidente está solo, aislado en un Estado que se está cayendo a pedazos”.
Una lectura menos extrema, pero igualmente poco alentadora, hacen otras figuras de ese sector político. En entrevista con el semanario The Clinic, el politólogo Daniel Mansuy aseguró que el proceso constituyente, el cuestionamiento a las AFP y la potencial ruptura de la coalición derechista podría dejar a Piñera como “el sepulturero del presidencialismo en Chile”. El analista Patricio Navia, en tanto, escribió en El Líbero que está “bastante claro que la derecha chilena, tal como la conocíamos, está muerta” y que el gobierno “navega sin rumbo”.
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