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Fuente: CNN Chile El caso de Mariana Callejas es uno de esos que desafían la comprensión, y el periodista y académico de la Universidad Alberto Hurtado, Juan Cristóbal Peña, ha […]
Fuente: CNN Chile
El caso de Mariana Callejas es uno de esos que desafían la comprensión, y el periodista y académico de la Universidad Alberto Hurtado, Juan Cristóbal Peña, ha dedicado años a desentrañar las complejas capas de su vida, un relato donde se mezclan la literatura, el terrorismo de Estado y las contradicciones humanas. En su más reciente libro: Letras Torcidas, perfil de Mariana Callejas, Peña ofrece un perfil minucioso de una mujer que, a pesar de haber sido una agente de la DINA y partícipe activa en crímenes de Estado como los atentados a Carlos Prats, Orlando Letelier y otros, también fue una escritora con una pasión inmensa por las letras, cuya casa fue un espacio de tertulias literarias durante los oscuros años de la dictadura chilena.
“Mariana Callejas no es un personaje común”, comenta Peña, quien, a lo largo de su investigación, logró exponer la paradoja de una mujer que vivía en una casa-cuartel, donde se planificaban y ejecutaban operaciones de la DINA, pero también se ofrecía un espacio acogedor para escritores y artistas de la época. Su hogar, aparentemente un refugio familiar, se convertía al mismo tiempo en un centro de horror, donde las sombras de la represión se cruzaban con las luces de la cultura literaria.
La historia de Callejas, quien desde joven se embarcó en una vida llena de aventuras, primero como militante socialista en Israel y luego como esposa del también agente de la DINA, Michael Dowley, revela una mujer con una vida llena de contradicciones. A los 17 años dejó el colegio y se trasladó al Medio Oriente, donde vivió una experiencia que marcaría su visión del mundo. Su relación con Dowley, además, cobra un papel clave en la historia, ya que fue ella quien lo impulsó a unirse a Patria y Libertad, donde desarrolló una obsesión por ganar su reconocimiento, a pesar de su falta de estudios y experiencia.
La dualidad de su personalidad, por un lado la escritora ambiciosa y por otro la participante activa en la maquinaria represiva, ha generado interrogantes sobre la naturaleza de su involucramiento en la DINA y su impacto en la historia chilena. “Ella era una mujer que siempre buscaba ir más allá, incluso si eso implicaba comprometer sus ideales. Y, curiosamente, en el caso de Michael, fue ella quien, de alguna manera, desató las acciones más extremas de él”, señala Peña.
Callejas, a pesar de haber sido parte de uno de los regímenes más represivos de América Latina, parecía vivir una vida normal, de familia, con tertulias literarias y amistades cercanas. “Su casa era, en muchos aspectos, un microcosmos de la época”, comenta el autor. “Había fiestas, tertulias, pero al mismo tiempo, las paredes de esa misma casa eran testigos de crímenes atroces”. Esta contradicción es el corazón de su historia, lo que hace de ella una figura tan intrigante como perturbadora.
En su relación con la literatura, Callejas, aunque nunca alcanzó el reconocimiento que pudo haber tenido sin su vinculación con la DINA, se veía a sí misma como una mujer de letras. De hecho, lamentó profundamente cómo su relación con la dictadura afectó su carrera literaria, aunque nunca mostró arrepentimiento por sus actos de violencia. Peña también resalta el impacto de su entorno familiar, donde, a pesar de las atrocidades que se perpetraban, existía una vida doméstica aparentemente idílica. “Esto nos habla de la capacidad humana para vivir en planos contradictorios”, explica Peña, citando la película La zona de interés, que refleja cómo una familia puede ser parte de un sistema de exterminio y, al mismo tiempo, parecer tener una vida ‘normal’.
Peña, quien entrevistó a Callejas en diversas ocasiones, destaca la falta de autoconciencia que mostró sobre la magnitud de sus actos, y cómo, incluso en sus últimos años, se mostraba más preocupada por el daño a su carrera literaria que por las vidas destruidas por las acciones en las que participó. “Nunca asumió la gravedad de sus decisiones, ni mostró arrepentimiento genuino por las atrocidades cometidas”, explica Peña.
En su libro, Peña no solo documenta los hechos históricos, sino que también se adentra en las complejidades humanas de figuras como Callejas, que vivieron en el epicentro de la dictadura pero también fueron parte del mundo cultural de la época. “Este libro no solo habla de política o historia, sino de la condición humana, de cómo personas normales pueden ser partícipes de crímenes, sin perder su capacidad para la amistad, el amor, o incluso la creatividad”, concluye Peña. Así, su trabajo contribuye a una comprensión más profunda de los personajes que, al igual que Callejas, habitaron las sombras de la historia chilena.
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