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¿Están en deuda los académicos e intelectuales desde el 18 de octubre del 2019? ¿Qué papel debieran jugar en un eventual proceso constituyente para aportar a un intercambio de ideas y a una buena convivencia cívica? Son algunas de las preguntas que le hizo El Mercurio a un grupo de influyentes intelectuales, entre ellos, el profesor emérito de la UAH Jorge Larraín: “La sociedad requiere entender mejor la violencia creciente a partir del 18 de octubre”.
Fuente: El Mercurio
Sociólogo de larga trayectoria, profesor emérito de la Universidad de Birmingham, para Jorge Larraín, “el hecho de que el plebiscito haya sido acordado por los partidos políticos como consecuencia del estallido social del año pasado —como una manera de bajar la presión social producto de la extrema violencia vivida— no significa que una nueva Constitución se justifique porque descomprime una situación políticamente inflamada. Ni siquiera sabemos si una distensión se logrará. Una nueva Constitución se justifica porque la que existe, pese a sus modificaciones y remiendos, tiene un pecado de origen: fue diseñada entre cuatro paredes por solo un sector de la comunidad nacional. El rol de los intelectuales no es, por lo tanto, apoyar una nueva Constitución solo para evitar la violencia, es más bien colaborar en el diseño de un proyecto que considere a todos los sectores del país y en el que convivan distintas sensibilidades políticas. Es el marco común y los intelectuales deben poder aportar una mirada amplia, de apertura a los otros y que resguarde los derechos de las minorías”.
“Pienso que los intelectuales están en deuda en un sentido diferente, que tiene que ver con lo que pueden aportar para que la sociedad entienda mejor la violencia y alta volatilidad política que ha surgido en el país desde el 18 de octubre. Porque los hechos de octubre ya venían siendo prefigurados desde antes en las movilizaciones estudiantiles, en la destrucción de bienes públicos en las calles, en las tomas, etc. Es necesario tratar de explicar lo que ha pasado desde 2006, cuando —pienso— aparecen los primeros elementos de este proceso de violencia creciente que culmina el 18 de octubre y que acompañó una época de reformas, movilizaciones y logros sociales importantes…”
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