Fuente: Cooperativa
Poco más de un año ha transcurrido desde el ataque de Hamás en contra de Israel y de la fuerte represalia llevada a cabo por este país en la Franja de Gaza, acontecimientos que han cambiado al Medio Oriente, con la amenaza cada vez más plausible de una guerra regional.
Hasta el 6 de octubre de 2023, la política israelí se caracterizaba por manifestaciones masivas casi cotidianas, en las principales ciudades, en contra del gobierno de Netanyahu, que buscaba una reforma judicial que daba más poder al primer ministro en detrimento del sistema judicial.
En el contexto regional, existía la posibilidad de un acuerdo histórico entre Israel y Arabia Saudita. Este convenio, según el cual Riad reconocería al Estado judío a cambio de un proceso de paz palestino, consolidaría los Acuerdos de Abraham de 2020, por los cuales otros dos Estados árabes, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos, reconocían a Israel.
A partir del 7 de octubre de 2023 todo cambió en el Medio Oriente. La violencia con la que actuó el movimiento islamista Hamás, al asesinar a más de 1.200 personas y secuestrar a alrededor de 250 rehenes, produjo un fuerte golpe en la sociedad israelí, que la sigue afectando profundamente un año después. Un creciente movimiento ciudadano pide la liberación de los rehenes y, al mismo tiempo, presiona para la renuncia del primer ministro.
El gobierno de Netanyahu que, en diciembre de 2022 había conformado una coalición de gobierno considerada la más nacionalista y extrema de la historia, llevó a cabo un ataque de represalia en el conjunto del territorio gazatí. Con el objetivo declarado de terminar con Hamás, y sin respetar el derecho internacional humanitario, ha provocado una crisis humanitaria, que se ha traducido en la muerte de alrededor de 42.000 personas, en su mayoría civiles, y en la segregación y desplazamiento de millones de personas.