Fuente: Cooperativa
A medida que nos acercamos hacia el final del año 2024 se acrecientan los temores de enfrentar una nueva guerra mundial, lo que pareciera resultar cada vez más verosímil y probable. A las guerras en Ucrania y el Medio Oriente se suman otros conflictos, latentes y manifiestos, que pueden tener consecuencias regionales y globales. El Índice de Paz Global de 2024, del Instituto para la Economía y la Paz, con sede en Australia, indica que en el mundo hay simultáneamente 56 conflictos, lo que representa la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial.
En este convulsivo contexto, existen al menos tres conjuntos de factores que determinan la presencia de un posible escenario encaminado hacia una guerra mundial, los que dicen relación con la globalización de los conflictos internacionales, el aumento del gasto militar global y la reiterada amenaza del uso de armas nucleares.
En primer lugar, un caso importante de globalización de la guerra lo constituye la guerra en Ucrania, donde existe una presencia militar iraní y norcoreana, así como una participación de la OTAN, la Unión Europea y Estados Unidos, suministrando fondos y armas a Kiev. Desde el inicio de la invasión rusa, Moscú ha utilizado drones iraníes para atacar Ucrania. Se trata de kamikaze que se destruyen una vez que alcanzan su objetivo (Shahed-131 y Shahed-136), así como tácticos y de combate (Mohajer-6). A medida que se ha profundizado la guerra, Teherán y Moscú han fortalecido una alianza estratégica que busca enfrentar a Estados Unidos y la Unión Europea.
La alianza entre Moscú y Teherán cobra mayor importancia y significancia a partir del 7 de octubre de 2023, luego de que, tras el ataque del movimiento Hamás en contra de Israel, este Estado iniciara una operación generalizada en contra de la franja de Gaza. Junto con fortalecerse la alianza entre Israel y Estados Unidos, algo que se profundizaría con la asunción de Trump a la presidencia, aumenta el riesgo potencial de un enfrentamiento abierto de Irán con Israel y Estados Unidos.