¿Cuál es el asunto? Es fácil engañarse. Caben dos posibilidades. Una, fijar los ojos en el plebiscito y quedar vueltos hacia atrás. Otra, decidir hoy qué hacer con el país.
La primera opción tiene, a su vez, dos variantes. Podemos defendernos: “El 5 de octubre de 1989 voté Sí, porque…”. O, en cambio, podemos enrostrar a los que votaron sí por haber apoyado a la dictadura; y vanagloriarse de haber votado No.
La segunda opción es decidir hoy qué país queremos. Pues, los que triunfaron o perdieron, a 30 años de distancia, pueden equivocarse en el presente. La historia no está cerrada. Quienes apoyaron la prolongación del Régimen de Augusto Pinochet por ocho años más, tienen que preguntarse este viernes 5, con toda la información que tienen de lo ocurrido, tras haber educado a sus hijos e hijas estos últimos años, cómo podría justificarse haber hecho de la tortura una política pública entre otras barbaridades.
Ver columna completa en El Mostrador