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Fuente: El dínamo “Está de moda ser de derecha. Hace un tiempo vemos como una serie de rostros nacionales e internacionales han salido del clóset del silencio a manifestar abiertamente […]
Fuente: El dínamo
“Está de moda ser de derecha. Hace un tiempo vemos como una serie de rostros nacionales e internacionales han salido del clóset del silencio a manifestar abiertamente una posición de derecha. Y es que, a diferencia de ser de izquierdas, donde es posible ver a una serie de actores, músicos, animadores y rostros, las personas de derecha han preferido un perfil bajo en materia política, disfrazado de apoliticismo. Y claro, cómo no: es más fácil ser popular levantando las banderas de la inconformidad, la impugnación, el cambio, la igualdad y la justicia, que hacerlo para mantener las cosas como están.
En dictadura los rostros eran abiertamente de derecha. No bastaba dar opiniones muy explícitas, pero hacían la vista gorda de lo que ocurría: iban a fiestas al Confetti con Álvaro Corbalán, tenían eventos privados, callaban y ganaban dinero. Durante la transición la cosa cambió lentamente. Los rostros y artistas más comprometidos con la dictadura poco a poco fueron siendo relegados. La Concertación, con todos los cuoteos y negociaciones posibles, intentó construir una lectura oficial comprendida con mínimos civilizatorios: nombrar a la dictadura por su nombre (no gesta, ni pronunciamiento), asumir como país las violaciones de derechos humanos y un nunca más, comprometer la democracia y el respeto a los derechos humanos como valores fundamentales y universales, así como a la política expresada por mecanismos institucionales y medios pacíficos (…)”.
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