Estamos próximos a celebrar la COP25 en nuestro país y con ello se empiezan a visibilizar las problemáticas y desafíos que enfrenta Chile en cuanto al cambio climático y temáticas ambientales. Es decir, empezamos a analizar la sustentabilidad de nuestros territorios.
En tal contexto, la movilidad y los medios que utilizan los habitantes para desplazarse en las ciudades chilenas han estado en debate. Lo anterior, en virtud de su sustentabilidad y lo que implica planificar nuestros centros urbanos.
Si bien las demandas por mejoras en transporte público -tanto en Santiago como en prácticamente todas las ciudades del país- emergen en los discursos, el parque automotriz motorizado no ha sido siempre un elemento cuestionado y se ha dejado que el mercado lo “regule”, teniendo como resultado un crecimiento que se encuentra totalmente descontrolado.
Veamos las cifras. Al año 2008 el Gran Santiago presentaban 1.193.728, vehículos motorizados, 10 años después 1.942.829, es decir 1,6 veces más. Si tal situación es preocupante por la necesidad de infraestructura (es imposible que su construcción vaya a la par de tal crecimiento), en regiones la situación puede ser más dramática.
Por ejemplo, la conurbación Coquimbo- La Serena pasó de 67.264 vehículos en 2008 a 134.365 en 2018, es decir dobló su parque automotriz en 10 años. Si ampliamos el plazo temporal a 15 años, desde el 2003 al año 2018, se triplica el parque automotriz (3,2 veces). Misma situación para Puerto Montt-Puerto Varas o Copiapó que también prácticamente triplican su parque automotriz al pasar de 29.838 a 90.884 y 20.251 a 58.535 respectivamente. Algo más lento, pero impresionante al considerar que dobló la cantidad de vehículos motorizados es la conurbación Temuco-Padre Las Casas, pasando de 45.748 a 98.430 y así podríamos continuar relatando la situación en diferentes partes del país.
En Santiago, se ha avanzado en líneas de metro o mejorar la flota de buses (con todos sus inconvenientes y lentitud), pero resulta escandalosa la baja inversión que se ha llevado a cabo en regiones, particularmente las capitales regionales. Si bien está la idea del diseño de los planes de desplazamiento urbano o de movilidad, no se poseen antecedentes que tales instrumentos consideren todo tipo de movilidad (peatón, bicicleta, autos, buses inter e inter urbanos, etc.) y lo más importante: ir acompañado de recursos para la implementación de un nuevo sistema de transporte. Por ejemplo, un tranvía que atraviese de manera horizontal o vertical (según morfología de la ciudad) sería posible para algunas capitales regionales restándole espacio al automóvil. Se debe considerar que tales ritmos de crecimiento, impactan e impactarán a futuro la movilidad de la población, por tanto, urge desincentivar el uso del automóvil si queremos construir ciudades más amigables.