Fuente: ciperchile.cl
Una de las principales demandas del movimiento feminista hoy es el reconocimiento del rol que cumplen las mujeres en la vida pública y privada. Sin embargo, en Chile, la mujer pobladora es todavía invisibilizada por el debate público, ignorando su participación en la vida social, política y económica de los barrios ubicados en los márgenes de la ciudad. Estos barrios, como destacan estudios sobre la violencia contra la mujer y la monoparentalidad (Arellano, 2021; Ortega, 2014), son especialmente críticos en cuanto a la dominación y discriminación por género. Pese a ello, las mujeres de estos lugares históricamente han estado a cargo de sus hogares, del cuidado de sus familias y de la economía doméstica, además de hacerse cargo de problemas sociales y económicos de sus poblaciones, transformando la política y la institucionalidad de la marginalidad urbana en las últimas décadas. Esta situación se ha agudizado con la pandemia, pues se han reestablecido prácticas características de las poblaciones en los sesenta, sesenta y ochenta en nuestro país, con un fuerte discurso de autogestión reafirmado por el estallido social.
Tal como indican algunos estudios (Arellano, 2021; Ortega, 2014), las mujeres pobladoras rompen las lógicas patriarcales, que tradicionalmente vinculan a los hombres con la vida política y pública, y ocupan espacios de disputa, resistencia y lucha, creando nuevas formas de sentir, pensar y actuar. No es casual que sean mujeres las que han estado a cargo de las ollas comunes y las redes de apoyo territorial y sanitario, entre otras prácticas, para apalear la crisis actual.
Este artículo se enmarca en el proyecto Fondecyt Regular 1201488, que aborda desde una perspectiva histórica y social la trayectoria de las Poblaciones Emblemáticas[1] del Gran Santiago (ver Figura 2) y Gran Valparaíso (ver Figura 3): en total, 28 barrios entre ambas regiones (ver Tabla 1). Nuestro supuesto de base es que buena parte de las transformaciones de las poblaciones emblemáticas en décadas recientes se deben a cambios en los roles de género, a nivel doméstico, laboral y organizacional. Y tal como en muchos ámbitos de la vida social, esto se ha agudizado aún más en la crisis sanitaria causada por el Covid-19.
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