Fuente: El Mercurio
Tranquilo, pese a la difícil situación por la que pasa la Universidad Alberto Hurtado. Ese es el estado de ánimo que transmite el rector Cristián del Campo (53) mientras conversa en su oficina ubicada en la Casa Central —edificio patrimonial en plena Av. Alameda—, la cual tiene una sencilla decoración donde solo destaca una gran cruz ubicada a la espalda de su escritorio. Aunque recién asumió en marzo, a este sacerdote jesuita le ha tocado una compleja tarea dadas las dificultades económicas por las que pasa el recinto de educación superior.
De vasta experiencia en la Compañía de Jesús —donde fue su máxima autoridad en Chile entre 2013 y 2019— y con pasos previos como capellán de Techo y el Servicio Jesuita a Migrantes, se le encomendó la tarea de enmendar el rumbo de la UAH sin renunciar a su estilo enfocado en lo social.
“La pregunta de fondo es cómo somos capaces de proveer una educación de alta calidad, pero no solo para la gente que pueda pagarla, sino también para quienes esta posibilidad es fundamental para cambiar la trayectoria de su vida”, dice.
Con todo, el rector reconoce en esta entrevista los problemas que han derivado en la desvinculación de más de 50 funcionarios en julio, por un plan que se está implementando para darle estabilidad financiera a la institución.
—¿Cuáles son los factores que explican la situación actual?
La principal razón fue que tuvimos un crecimiento grande pospandemia con el deseo de desarrollarnos como universidad y no percibimos a tiempo un desacople entre los ingresos y los egresos. Eso nos produjo un desequilibrio.
—¿Por qué la administración anterior decidió embarcarse en la construcción de un nuevo campus?
Queríamos expandir las posibilidades de estar presentes en otros lugares y por eso escogimos Providencia. Esos proyectos de crecimiento estuvieron en gran parte financiados por fondos de la Compañía, pero claro, eso se suma a otro tipo de cosas, como el aumento de las dotaciones y ciertas ineficiencias”.
—¿Es un “elefante blanco”, como dijeron desde el sindicato?
No fue un error haberlo construido. Difícilmente lo calificaría como un elefante blanco, pero eso no quita que sí hay que ser más creativos para aprovecharlo.
—¿Qué significa eso?
Estamos convencidos de que esa ubicación (Av. Los Leones) nos permite llegar a sectores que no van a venir al centro.
—También han abierto nuevas carreras, ¿era el momento correcto?
Estamos contentos. Ciertamente son proyectos que requieren tiempo para madurar; ahora, cuando uno planifica su crecimiento, evidentemente hay proyecciones que son más optimistas que lo que terminan siendo en la realidad porque hay una serie de restricciones en el sistema. Tenemos que ser más conscientes para que ahora lo hagamos con un modelo más acucioso.
Impacto en la gratuidad
—Se ha mencionado también la gratuidad como un factor que ha incidido en la crisis, ¿cuánto impacto ha tenido realmente?
Para nosotros la gratuidad ha sido una gran noticia desde el día uno como política que permite el acceso a miles y miles de jóvenes que de otra manera no lo podrían hacer. Eso es para mí lo principal. En segundo término, el financiamiento de la educación superior dada la gratuidad y que la regulación, gracias a Dios, nos está empujando a tener cada vez más altos estándares obviamente que eso implica costos más altos.
—Pero ¿cuánto impacto tuvo en la situación actual? ¿Se tomaron medidas con antelación sabiendo que esto ya ha afectado a otras casas de estudio?
Yo creo que eso es una cosa que estamos más conscientes ahora. El modelo de gestión de las universidades con gratuidad, que se debía corregir y adaptar, creo que tardó y eso es parte de la autocrítica que nos hacemos como universidad y que creo que muchas otras que han sufrido dificultades están llamadas a hacer. Esta es una política para quedarse, pero lo que no tenemos que variar es el modelo académico de calidad e inclusión.
-¿Cuál hubiera sido ese modelo de gestión distinto?
Un modelo de gestión que hubiera proyectado de mejor manera que el salto en la gratuidad se tiende a estabilizar en algún minuto. Poner que el crecimiento en los alumnos que van ingresando va a ser cada vez menor porque la demografía de Chile es así. Por último, considerar que, dado que hay una parte importante de los aranceles que no definen las universidades, un modelo de gestión llamado a ser mucho más eficiente y que no nos hiciéramos ciegos a ciertas restricciones que nos íbamos a encontrar. Por eso digo que ciertas proyecciones quizás fueron muy optimistas y eso nos impidió ver a tiempo que íbamos a tener estrecheces.