La alerta sanitaria por COVID-19 propició la posibilidad de teletrabajar. Muchas de esas personas, con el fin de la alerta, han debido reintegrarse a sus labores en oficina. Ante esto, la académica de la Facultad de Economía y Negocios señaló en Radio Sonar:
“El teletrabajo requiere una cultura organizacional. Hasta antes de la pandemia no habíamos tenido, salvo contadas excepciones en algunas determinadas empresas, principalmente del rubro tecnológico, la adopción masiva del teletrabajo. Esto cambia con la pandemia y el teletrabajo se transformó en algo bastante cercano y conocido. Yo creo que las organizaciones han identificado aspectos positivos en el teletrabajo y han observado los beneficios que puede tener”
¿No es este el momento para incentivar, precisamente, que las mujeres que tienen hijos pequeños accedan a jornadas especiales, aprovechando la experiencia de la pandemia?
Sin lugar a dudas es una oportunidad. Chile tiene una gran problemática con la baja participación de las mujeres en el mundo laboral y además parte importante de los contratos a tiempo parcial son desempeñados por mujeres.
No obstante, yo estoy totalmente en contra de relacionar el teletrabajo, o cualquier otro tipo de conciliación de vida laboral con vida familiar, a un género. Necesitamos, para que haya una participación efectiva, una flexibilidad como cultura organizacional destinada a todas aquellas personas que lo necesiten, sin distinción de género. Sino, lo que hacemos es seguir con la cultura patriarcal donde las labores de cuidado están a cargo de las mujeres y por lo tanto no promovemos la ruptura de los estereotipos en el trabajo ni de los modelos patriarcales al interior de la familia.