Competencias que permitan manejar distintos conflictos y, al mismo tiempo, generar un ambiente amigable con el aprendizaje, es el objetivo de una serie de talleres pilotos que la UAH incorporó a la malla de algunas carreras de pedagogía, como forma de preparar a los estudiantes en el manejo de problemas reales en el aula.
La información, que fue consignada este fin de semana por El Mercurio, señala que los estudiantes universitarios deben conocer dinámicas grupales para prevenir conflictos, reconocer líderes, ser asertivos, interpretar situaciones y generar climas que promuevan el aprendizaje.
Sabine Romero, psicóloga y directora del Centro de Desarrollo Personal de la UAH, asegura que los profesores cumplen con dos funciones simultáneas, enseñar su materia y manejar grupos. “Por eso, a mí siempre me ha impresionado mucho que en las mallas de pregrado de formación de profesores normalmente no haya preparación para manejar dinámicas de grupo. Los nuevos egresados deberían saber cómo se escuchan los jóvenes, cuándo se descalifican o colaboran; cómo reconocer a los líderes, generar climas de confianza”, enfatiza Romero.
“Muchas veces los profesores llegamos a un colegio, no entendemos la cultura de trabajo, no manejamos sus códigos, cómo resolver ciertos problemas en el aula que nunca nos habían mencionado, cómo mejorar la convivencia escolar, ser asertivos al hablar con alumnos o con otros profesores, cómo decir lo que pensamos en forma políticamente correcta”, afirma Carlos Videla, alumno de quinto año de Pedagogía en Inglés en la Universidad Alberto Hurtado (UAH).
Ambos expertos coinciden en que, si se carece de estas capacidades, por lo general, a los futuros profesores se les dificulta el manejar grupos, especialmente si son disruptivos, lo que complota contra su necesidad de lograr los aprendizajes.
Según explica Solange Gorichon, directora del Programa de Pedagogía para Profesionales, “se usan juegos de rol para que los alumnos comiencen a vivir distintos contextos comunicativos. Recogemos experiencias de tutores y otros alumnos para que vivan situaciones reales. La idea es que aprendan a interpretarlas correctamente y se preparen para situaciones que pueden ser muy complejas”.
Los ejemplos los da Andrea Pardo, coordinadora de Experiencia Laboral de la Facultad de Educación: piropos de parte de alumnos o docentes, maltrato de un profesor guía a un estudiante en el aula, conflictos y agresiones entre alumnos, faltas de respeto o actitudes desafiantes de parte de los adolescentes; relaciones complejas en la sala de profesores, entre otros. “La idea es que aprendan a reaccionar de manera menos intuitiva y más profesional, y a manifestar asertivamente sus puntos de vista”, añade Pardo.
De este modo, los Talleres de Reflexión Práctica Educativa se centran en distintos problemas. A los alumnos de tercer año los preparan en temas de autoestima, asertividad y comunicación; a los de cuarto, en resolución de conflictos, y a los de quinto, en manejo de aula.
Según Sabine Romero, “con estas herramientas, los estudiantes comprenden de forma práctica que los grupos, al igual que las personas, pasan por distintas etapas. Que van probando límites, que a veces son dependientes del profesor, que después te desafían, y que si son bien manejados, transitan hacia la autodisciplina y la automotivación. Cuando un profesor maneja habilidades sociales, sus grupos pueden funcionar muy bien en términos de convivencia y, por ende, de aprendizaje”.