La ceremonia contó con la presencia de la vicerrectora de Investigación y Postgrado, Antonia Larrain, quien cerró la jornada con unas palabras dirigidas a los y las nuevas graduadas. En la entrega de diplomas participaron la decana Marisol Latorre (Educación) y los decanos Álvaro Soto (Psicología) y Eduardo Saavedra (Economía y Negocios).
El momento espiritual estuvo a cargo del vicerrector de Integración, Cristóbal Madero SJ, quien impartió la bendición con una oración que resonó entre los presentes:
“Señor Dios, concédeles a estas hijas e hijos tuyos, hoy especialistas en sus áreas, la serenidad para aceptar las cosas que no pueden cambiar; el valor para cambiar las cosas que pueden cambiar, pero regálales por sobre todo la sabiduría para conocer la diferencia entre ambas. Que así sea”.
En representación del cuerpo académico, el profesor Rodrigo Barraza, de la Facultad de Psicología, reflexionó sobre la importancia de los vínculos que se tejen en la educación superior; lazos que permiten descubrir aspectos que, de otro modo, habrían permanecido ocultos.
Uno de los momentos más significativos de la ceremonia fue el discurso de María Chaviel, graduada del Magíster en Administración de Empresas-MBA, quien habló en nombre de sus compañeras y compañeros. Dirigiéndose especialmente a las mujeres, destacó el impacto de cada paso que dan en la conquista de espacios:
“Cada vez que rompemos barreras y demostramos que nuestra voz importa estamos allanando el camino para quienes vendrán después. En un mundo donde muchas veces se nos cuestiona si podemos tenerlo todo, les digo que hoy somos la prueba de que podemos elegirlo todo, construirlo todo y lograrlo todo”.
El cierre de la ceremonia, que contó con una identitaria alocución de la vicerrectora Larrain, dejó una reflexión sobre el valor de la formación de postgrado en la Universidad Alberto Hurtado y su impacto en la sociedad. Más que la obtención de un título —expresó— brinda la posibilidad de transformar trayectorias de vida:
“Este nivel de formación nos permite la posibilidad de construir comunidades académicas en torno a una formación especializada y un conocimiento profundo; nos permite establecer relaciones formativas duraderas, que nos enriquecen; nos permite hacer realidad una parte fundamental de nuestra misión como Universidad: la producción de conocimiento original, pero quizás más importante, conocimiento implicado, vinculante, que responde a las necesidades del país y de nuestros entornos de trabajo y de pensamiento; la producción de conocimiento profesional y científico, que resuena con las necesidades de las personas que requieren, que merecen, una vida buena, una vida más bella, una vida más digna, una vida más cuidada y una vida con más sentido”.
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