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De la UAH al mundo: la historia de Juan José Martínez Layuno

En el corazón de San Francisco vive un chileno de 33 años cuyo viaje desde Chile hasta la bahía de Silicon Valley ha sido un testimonio de determinación y sueños audaces.

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En 2019, Juan José Martínez Layuno —marcado por su formación en la Universidad Alberto Hurtado, donde estudió Derecho entre 2008 y 2012— dio un paso al embarcarse en un viaje hacia la Universidad de Stanford, en Palo Alto, una puerta de entrada a la cuna de gigantes tecnológicos como Google, Apple y Meta.

Acá, en su país natal, su interés por las políticas públicas y las interacciones sociales estaban a la par de su afinidad por la tecnología. Pero Chile no lograba conjugar ambos de la forma en que él se imaginaba:

“En Chile tenemos un muy buen mercado para la minería, no así para la tecnología”, reflexiona a través de la pantalla, mientras sostiene esta entrevista.

De pequeño tuvo grandes sueños y altas expectativas sobre sí mismo y la vida que construiría. Se repetía constantemente la frase “Tus logros son del tamaño de tus sueños”. Tal vez por eso llegó a trabajar al Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA) de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Chile.

Sin embargo, pronto se dio cuenta que, para ser efectiva, la implementación de políticas públicas requiere de una constante capacitación de toda la población involucrada, porque “si la gente siempre ha hecho las cosas de una manera, no porque salga una nueva ley van a dejar de hacerlas así”, dice. La gente tiende a aferrarse a viejas costumbres.

Así que decidió desviar un poco el viaje y tomar un vuelo hacia Estados Unidos para ampliar su horizonte.

Gran norte

Personas de todos los países confluyen en la Universidad de Stanford, donde arribó Juan José, Juanjo, para hacer un máster en derecho y políticas públicas. Su nuevo título le permitió trabajar en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y colaborar con el gobierno de Irlanda para aumentar la eficiencia en las cortes de justicia de dicho país.

Mientras tanto, comenzó a colaborar en diversos proyectos de gobernanza de plataformas digitales, buscando aplicar herramientas de políticas públicas para la gestión del contenido en Internet.

“Controlar el contenido violento y los discursos de odio en línea es un desafío monumental”, admite: “La cantidad de contenido que se publica diariamente es abrumadora. Los algoritmos pueden abordar el 99% del problema, pero ¿qué pasa con ese 1% que se escapa, que involucra a millones de personas? Es muy difícil”.

De esta manera, Juan José trascendió su trabajo en políticas de contenido para sumergirse en el mundo de la gobernanza pública, un salto que refleja su insaciable curiosidad.

META como meta

Conocida como Facebook, Juanjo tenía a Meta entre ceja y ceja: quería llegar ahí pero no tenía cómo porque carecía de experiencia en el rubro. Su determinación, trayectoria académica y —hay que decirlo— sus destacables habilidades de comunicación le ayudaron a abrir puertas.

“Hice el gran trabajo de conectar con gente que estaba trabajando en esto. Me conseguí los correos electrónicos, los números de teléfono, mandé mensajes por LinkedIn, tipo ‘Hola, vengo de otro mundo, pero me interesa el tuyo, ayúdame’”, dice entre risas.

Con perseverancia, efectivamente logró conectar con las personas correctas para inmiscuirse en proyectos de gobernanza digital que cimentaron su camino hacia la industria tecnológica.

No fue fácil: tuvo más de cien entrevistas durante su período de búsqueda laboral en distintas empresas de tecnología. En Meta, ¿al menos 10? Hasta que, en última instancia, su entrada se materializó.

Chile, Chile lindo

Nacido en una familia numerosa, con parientes repartidos por el mundo, Juan José no temió aventurarse a probar suerte en otro país. No sabía inglés, pero aprendió —en parte, gracias a los videojuegos— y recorrió América Latina a dedo.

Ahora comparte su vida en San Francisco con su esposa, con quien lleva 10 años de relación, y están a punto de convertirse en padres.

Su barrio, NoPa (North of the Panhandle), es un rincón encantador y vibrante cerca de un parque. Cualquiera podría decir que está en un punto álgido de felicidad. Pero Juanjo anhela volver a Chile: “Hay mucha gente que sale de Chile y que no vuelve más. Yo me siento muy privilegiado de tener allá a mucha gente que amo, que extraño y añoro. Y quiero volver”.

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