En noviembre de 1995 abría sus puertas a la comunidad el Santuario del Padre Hurtado, construido a un costado de la Parroquia Jesús Obrero. Al momento de su inauguración, el cardenal Carlos Oviedo pronunció estas palabras: “Rodeado por el respeto y afecto de su pueblo, cubierto por la tierra traída de todos los confines de Chile, los restos mortales de este sacerdote, hijo preclaro de la Iglesia, esperan aquí su resurrección. En este lugar sigue resonando con fuerza su mensaje”.
Y es precisamente ese legado el que nuestra Universidad ha querido destacar con ocasión de un nuevo aniversario institucional. El martes 15 de octubre, y en el marco de las actividades de celebración de los 27 años de la UAH, un centenar de estudiantes, académicos(as), autoridades y funcionarias(os) visitaron la tumba de Alberto Hurtado Cruchaga, cuya figura representa aquellos valores que han marcado la identidad de nuestra casa de estudios en sus casi tres décadas de existencia.
La ceremonia se inició con la bienvenida a cargo de Yareth Salazar SJ, integrante del Centro Universitario Ignaciano, quien agradeció por la oportunidad de reunirnos en un lugar tan importante para la identidad de la Universidad Alberto Hurtado. Posteriormente, el rector Cristián del Campo SJ invitó a las y los asistentes a conectarse con lo trascendente, para reflexionar en comunidad sobre lo que representa la figura del Padre Hurtado para la identidad de la UAH: “En este espacio sagrado preguntémonos qué significa ser parte de esta comunidad. Es una invitación a los sentidos, para dejar que Alberto nos hable sobre lo que inspira a este proyecto, el que hemos ido construyendo entre todas y todos”.
Luego de esta dinámica, el grupo se dirigió hasta la tumba del Padre Hurtado, lugar donde el capellán Pablo Walker SJ realizó la bendición de unas cruces de madera confeccionadas por personas privadas de libertad, y que en las próximas semanas se instalarán en las salas de clases. Con este sencillo símbolo se busca manifestar el compromiso de nuestra Universidad con las personas históricamente excluidas, expresando de esta manera el espíritu que moviliza a las instituciones educativas jesuitas: estar al servicio de la fe y de la promoción de la justicia.
“Padre nuestro, por intercesión de San Alberto Hurtado, te pedimos que bendigas estas cruces, y a los y las estudiantes en sus salas. Ayúdanos a llegar con tu mensaje de alegría, para que sigamos formando a hombres y mujeres para el amor y el bien común”, expresó Pablo Walker SJ al realizar la bendición de estas cruces.
De esta manera concluyó una jornada que permitió acercar a la comunidad hurtadiana al corazón de su propia identidad, estando cerca de Alberto, figura que después de 72 años sigue encendiendo el corazón de quienes desean amar y servir desde sus profesiones.
