El programa fue una ópera barroca con fines catequéticos, compuesta por el sacerdote jesuita alemán Franz Lang SJ (1654—1725). Su partitura, publicada en Múnich en 1717, se conserva en la Recoleta Dominica de Santiago, testimoniando su circulación histórica en Chile.
La obra aborda una temática de gran relevancia contemporánea: los peligros de una educación excesivamente indulgente hacia las y los hijos. A través de su narrativa, reflexiona sobre las consecuencias de la falta de disciplina y el exceso de complacencia en la formación, entregando un mensaje que trasciende a su época y resuena en la actualidad.
La partitura fue rescatada gracias al trabajo del musicólogo Víctor Rondón, quien, junto a otros especialistas, logró reunir y transcribir las partes dispersas de la obra desde Santiago y Alemania. Una característica única de “Amor Parricida” es la manera en que distingue entre los personajes terrenales y los alegóricos en su representación.
Los personajes humanos, como el padre y la abuela, no cantan, sino que interpretan sus roles mediante actuación teatral, asemejándose a una obra dramática tradicional. Por otro lado, los personajes alegóricos y celestiales, como el Amor Paterno y el Genio Celeste, se expresan exclusivamente a través del canto. Dídaco es el único personaje que habla y canta, ya que transita entre ambos mundos, mostrando la división entre lo humano y lo divino, subrayando los aspectos espirituales de la narrativa y ofreciendo una experiencia que combina teatro y música.
Este programa, además, estuvo enmarcado en el Festival Nueva Ópera y Música (NÓM), una iniciativa colaborativa que nació en Chile para dar visibilidad internacional a una industria de extensa y antigua tradición operística.
La directora del Instituto de Música de la UAH, Daniela Fugellie, destacó la importancia de esta temporada como un espacio de encuentro e intercambio entre diversas prácticas musicales y audiencias:
“Esta temporada fue un espacio en el que mostramos la producción artística musical de docentes, estudiantes y alumni del Instituto de Música, con algunos invitados. Pero no solamente es eso, sino que también fueron momentos de encuentro con audiencias diversas y en los que la Universidad demostró su sello de diversas maneras. El sello aparece también en que muchos de estos conciertos tienen que ver con una colaboración interesante entre investigación y artes, como fue el caso de los redescubrimientos de repertorio que se presentan en la Antología de la canción de arte chilena. También, por supuesto, estuvieron presentes la música antigua, el canto coral y el canto lírico, que son las tres licenciaturas que tenemos en el Instituto de Música. Además, se reflejó la música popular con el concierto de Algazara.”
Fugellie agregó que esta diversidad permitió “un diálogo virtuoso entre investigación, creación e interpretación musical”, consolidando a la temporada como un espacio clave para la difusión artística.
La Universidad Alberto Hurtado cierra así una temporada llena de diversidad musical y excelencia artística, consolidándose como un espacio clave para la cultura y el arte en el corazón de Santiago.