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Rescatando la voz de la toma más grande de Mendoza

Estudiantes de cuarto año de antropología de la Universidad Alberto Hurtado construyen la historia del campamento argentino La Favorita.

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Eduardo Romo y Tomás Bustamante, estudiantes de antropología de la UAH.

¿Qué historia hay detrás de una toma? ¿Por qué muchos no quieren irse de ahí? ¿Cómo viven? ¿Qué le piden al Estado? Los alumnos de cuarto año de la carrera de antropología de la Universidad Alberto Hurtado, Eduardo Romo y Tomás Bustamante, viajaron hasta Mendoza, Argentina, para conocer La Favorita, una toma de terreno que no aparece en los mapas oficiales, pero reúne al tercio de la población de esa ciudad, con 30 barrios y más de 50 años de historia.

“Cuando llegamos a Mendoza pudimos ver el contraste del centro con la toma, que está ubicada a sólo diez minutos. Era tarde y mientras viajábamos a la casa de la familia que nos recibiría, pudimos ver brevemente el barrio; pero fue el día siguiente cuando lo pudimos recorrer y entender por qué en los diferentes barrios existe un fuerte contingente de dirigentes sociales”,  comenta Tomás Bustamante.

Los estudiantes vivieron 12 días junto a una de las familias de La Favorita, trabajaron en colaboración con profesionales de la Universidad de Cuyo y  reunieron parte de los datos de la memoria de sus habitantes. Importaba saber quiénes fueron los primeros pobladores, cómo se organizan en la actualidad  y qué se siente pertenecer a un asentamiento ilegal.

“En poco tiempo propusimos construir desde la voz de la comunidad, la dimensión histórica del barrio e identificar una matriz de prioridades para levantar y organizar en el salón de uso comunitario”, cuenta Tomás.

Parte del relato que los jóvenes rescataron es que La Favorita nace en la década de los 70 por un grupo de obreros de fábrica que  armaron sus casas cerca de sus lugares de trabajo, más tarde se sumaron otras familias, especialmente, chilenas que buscaban refugio luego del golpe de estado del 73. Pero fue en 1985, cuando el barrio advirtió una trascendental explosión demográfica. Fue el terremoto que dejó sin viviendas a centenares de familias mendocinas. A partir de esa catástrofe, el conglomerado multiplicó considerablemente la cantidad de asentamientos.

Según Tomás, los pobladores buscaban solucionar el tema de la vivienda porque el Estado no se hizo cargo y de esa forma construyeron su espacio. Las casas en general son autoconstruidas con material reciclado. El agua y la luz se consiguen de forma clandestina y en los primeros años, casi no llegó transporte público, comenta el estudiante.  

Para Eduardo Romo reconocer la historia del barrio René Favarolo, contada por los descendientes de las primeras familias fue “súper bonito”. “Nos sorprendió la cantidad de gente que llegó porque las tienen muy poco tiempo para participar en algo así, los pobladores trabajan todo el día, llegan a las 7 y 8 de la tarde a la casa y el domingo lo dedican para compartir con sus hijos. Nosotros nos ajustamos a sus ritmos, tratando de no incidir  en sus problemáticas diarias”, sostiene.

Tomás Bustamante reconoce que fue conmovedor cómo las distintas generaciones se reunieron para hablar de sus orígenes, de las luchas actuales que tienen que dar y recordar la cantidad de veces que los sacaron y los llevaron detenidos: “Fue increíble ver cómo tenían discusiones referentes al origen del barrio, y cómo fueron de a poco encontrándose en sus experiencias. Nos contaron que no se quieren ir de ahí, porque las soluciones que les dan es relocalizarlos, y ellos se resisten a eso”.  

Para ambos estudiantes esta experiencia marca un hito en el desarrollo académico de su carrera porque aterriza la teoría al territorio. En este caso, tuvieron que identificar las necesidades actuales de los habitantes de esta zona, organizar los tiempos de trabajo y aprender a funcionar en dupla los hizo descubrir y fortalecer el objetivo social de la disciplina que estudian: “Muchas personas no saben lo que hacen los antropólogos, pero después de esta experiencia social, puedes identificar que son profesionales que se complementan con otras disciplinas, que estudian con rigor los datos y hacen trabajos sistemáticos rigurosos como las etnografías”, comenta Tomás. 

Esta actividad es parte del ramo de Laboratorio V de la carrera de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado. Donde destaca la metodología Investigación Acción Participativa, cuyo norte es que los alumnos apliquen la teoría en un territorio vivo, coherente al funcionamiento de la Metodología de Aprendizaje y Servicio, que ambos jóvenes desarrollaron en la ayudantía Pobreza y Desarrollo bajo el alero del profesor Ricardo Muñoz.

 

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