Cecilia Sandoval: “Uno de los principales riesgos es cuando las personas empiezan a ver la verdad como algo relativo y esto es un efecto de la falencia de los planes comunicacionales de los gobiernos”
La alerta la entregó la Organización Mundial de la Salud (OMS): frente al brote del Covid-19, la infodemia surge como un evento que entrega información falsa o incorrecta con el propósito deliberado de engañar y afectar negativamente la salud humana.
¿Qué se dijo del coronavirus que era falso?
Según el organismo internacional, durante los primeros meses de la pandemia las búsquedas en internet de información actualizada sobre la COVID-19 se dispararon hasta un 70%, y muchas historias publicadas en la red eran inventadas y amplificadas mediante las redes sociales, propagándose más lejos y más rápido, como un virus.
A nivel mundial la información inexacta difundida por redes sociales tocó todos los aspectos de la enfermedad desde el origen, la causa, el tratamiento y el mecanismo de propagación. Algunos ejemplos fueron difundir la teoría de que el virus era causado por las élites mundiales para reducir el crecimiento de la población, cuando apuntaron a que las mascarillas no prevenían el contagio o cuando afirmaron que los niños no se infectaban.
María Fernanda Rodríguez: “La crisis de confianza en las figuras de autoridad, que explota y se expande desde el estallido social en el mes de octubre, es un riesgo cuya consecuencia inmediata es la desconfianza a la información que entregan de forma diaria”.
La cifra real de los muertos
En nuestro país uno de los capítulos más graves fue la puesta en duda de la cifra de los fallecidos por coronavirus. El ex ministro de Salud, Jaime Mañalich, calificó de “fake news” la denuncia de la periodista Alejandra Matus sobre el aumento en el número de fallecidos este año por “causa respiratoria” y no notificados en el informe diario. La respuesta de la autoridad fue explicar de manera muy confusa las diferencias entre las cifras del informe epidemiológico que manejaba el Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) y las del Registro Civil. ¿Desinformó la autoridad sobre los fallecidos?
La investigación UAH
La investigación del Seminario de Grado de los estudiantes Matías Criado, Antia Meneses, Cecilia Sandoval y María Fernanda Rodríguez, alumnos de quinto año de la carrera de Gestión de Información, Bibliotecología y Archivística de la Facultad de Economía y Negocios de la UAH, busca responder cómo el Estado de Chile, desde su identidad digital y presencia en redes sociales, se hizo cargo del flujo de desinformación durante la crisis del coronavirus.
Para lograrlo van a contrarrestar los flujos de desinformación en las redes sociales de ministerios, ministros y subsecretarios directamente vinculados con el desarrollo de la enfermedad durante el periodo de junio y julio. Monitorearán repertorios y relatos y, en consecuencia, evaluarán el impacto de mentir en un contexto de pandemia.
“La información en contextos de pandemia no puede tener colores políticos, ese fue uno de los principales errores en la planificación del gobierno”
Según el alumno Matías Criado, durante los primeros cuatro meses de la crisis sanitaria hubo mucha confusión en la información, datos que no se estaban comunicando, y se vislumbraba un trabajo débil entre la autoridad y la comunidad científica que terminaba en enfrentamientos comunicacionales que poco aportaban a informar oportunamente de la gravedad que se estaba produciendo en el país.
“La información en contextos de pandemia no puede tener colores políticos, me atrevo a decir que ese fue uno de los principales errores en la planificación del gobierno que ayudó a promover mayores niveles de desinformación”, sostiene.
Pensó que la enfermedad era un engaño
Un equipo de la BBC estuvo investigando decenas de casos de información errónea sobre el covid-19, hablando con las personas afectadas y autoridades médicas para verificar las historias, y encontró vínculos entre las falsedades que se propagan y episodios de asaltos, incendios provocados y muertes en todo el mundo. Los expertos dicen que el potencial de daño indirecto causado por rumores y teorías de conspiración podría ser mucho mayor.
El medio inglés reveló la historia de Brian Lee Hitchensque después de leer teorías conspirativas en internet, pensó que la enfermedad era un engaño o, al menos, no peor que la gripe. “Pensé que el gobierno estaba usando el covid-19 para distraernos o que tenía que ver con el 5G. Por lo tanto, no seguí las reglas ni buscamos ayuda antes”, dice Brian. Pero a principios de mayo, contrajo covid-19. “Ahora me doy cuenta de que el coronavirus definitivamente no es falso”, dice, sin aliento. “Está ahí afuera y se está extendiendo”.
Mantener desinformada a la población tiene el riesgo de relativizar la verdad y en consecuencia, producir un clima ideal para la gestación de discursos alejados del sentido común que pone en peligro a la población, explica Matías Criado. Para María Fernanda Rodríguez, en tanto, creer una noticia falsa tiene efectos tan variados como personas hay en el mundo. Y en un contexto de pandemia las consecuencias pueden ser leves hasta gravísimas como perder la vida.
“La crisis de confianza en las figuras de autoridad, que explota y se expande desde el estallido social en el mes de octubre, tiene como consecuencia inmediata la desconfianza en la información que entregan y acrecientan el sentimiento de inseguridad de la ciudadanía respecto al COVID-19”, agrega Rodríguez.
Antia Meneses: “El Ministerio de Salud ha ido quedando un poco relegado respecto a las aclaraciones de información falsa, algo extraño tomando en cuenta que se ha visto involucrado, e interpelado”.
Analfabetismo digital, el otro factor de riesgo
Las plataformas digitales como son Facebook, WhatsApp, twitter, Youtube e Instagram tienen orgánicas y públicos muy diferentes con objetivos de contenidos muy variados. Por lo mismo, los alumnos sostienen que identificar qué red se presta para difundir información falsa es muy complejo.
Sin embargo, lo que se puede identificar son las estrategias comunicacionales del Estado, y en este punto se monitorearán dos plataformas usadas con mayor difusión entre las autoridades: Facebook y Twitter. “Esta última la más utilizada por el Gobierno para comunicarse con la ciudadanía”, dice Antia Meneses.
Por otra parte, a nivel ciudadano el diagnóstico de Antia Meneses es que la falta de educación digital de los chilenos hizo creer y reproducir como una realidad cualquier tipo de mensaje que circula en estos medios. En la misma línea, la alumna Cecilia Sandoval, pone el acento en la necesidad urgente de generar instancias educativas para prevenir y combatir la desinformación.
“La alfabetización digital permite a la ciudadanía y a sus líderes tomar decisiones efectivas para enfrentar ésta y cualquier otra crisis sanitaria similar”, señala.
El profesor guía de este Seminario de grado, Enzo Abbagliati, señala que la relevancia de esta investigación crece a partir del momento en que la OMS señaló muy tempranamente que junto con la pandemia surgió el fenómeno de la infodemia con consecuencias fatales. En resumen, “La información mala, puede matar. Estamos hablando de un problema de salud pública de primer nivel”, concluye.