Camilo, de niño, conoció la filosofía gracias a libros que había en su casa familiar. Desde entonces, la disciplina -con su magia y complejidades- lo acompañó como una pasión y una vocación.
Cuenta que descubrió el amor por este conocimiento no en la primera elección de una carrera profesional, sino después de haber estudiado Ingeniería en Informática: “En aquel momento, la filosofía se me presentó como una obligación para perseguir el tipo de vida que deseaba”, señala. Hoy, como licenciado, profesor y actual alumno de Magíster en Filosofía, habla del diálogo con sus estudiantes y de por qué es necesario que las sociedades comprendan las transformaciones.
—¿Qué te pasa cuando las personas preguntan por qué estudiar Filosofía?
Quienes nos dedicamos a esto tenemos que lidiar constantemente con la justificación de nuestra disciplina, tanto interna como externamente. La filosofía tiene una misión con cualquier tiempo presente debido a su propia naturaleza. Nunca deja de ser actual y, por ello, el desafío de su interpretación/ aplicación a los problemas del presente es permanente. En mi caso, me intereso mucho en lo que la filosofía aún tiene que decir respecto de cómo conocemos y de cómo interpretar nuestro rol en el marco general de la cultura humana.
—Cómo profesor, ¿qué respuesta ofrecen los y las estudiantes frente a los contenidos que impartes?
Actualmente hago clases en la Universidad Alberto Hurtado para el Bachillerato en Humanidades. He tenido la posibilidad de realizar cursos de Filosofía Antigua y Filosofía Medieval. En ambos he podido atestiguar que las nuevas generaciones no están tan indispuestas, como uno podría pensar, frente a labores como leer y reflexionar respecto de textos de casi 2500 años de antigüedad. En general prima un espíritu humanista que les dispone con la mejor de las formas a conocer y actualizar los contenidos propios de la disciplina; pero también, sobre todo, de enfrentarlos continuamente con su propia realidad.
—¿Para qué sirve la filosofía en el mundo actual?
Suelo considerar que la filosofía es un fin en sí mismo y que su justificación no debe radicar en resultados o aplicaciones extrínsecas. No obstante, desconocer la utilidad y eficacia de la filosofía en el mundo actual sería necio. El carácter general -formal, si se quiere- de la actividad filosófica la hace particularmente útil para la reflexión respecto de una variedad de asuntos que ya tienen una existencia propia: política, ética, ciencia, religión, lenguaje y un largo etcétera. En la actualidad, la filosofía ofrece, además, ventajas específicas que dicen relación con su vigencia. Ella puede y debe aportar a debates sumamente actuales, como a aquellos referidos a la toma de decisión en el contexto de las democracias modernas; la reflexión crítica respecto de los usos y límites de la tecnología de la información; el estudio y evaluación de los argumentos esgrimidos en el espacio público; la interpretación y reflexión respecto de la historia y cultura humana, etc.
—¿Crees que Chile es un país que necesita hacerse preguntas fundamentales?
Todo país necesita y tiene el deber de no dejar de hacerse preguntas fundamentales. Si además ese país está atravesando importantes cambios en su configuración político-social, entonces aquellas preguntas se vuelven una auténtica prioridad. Chile se encuentra, sin dudas, en esa situación. El país se encuentra en medio de la elaboración de otro proyecto constitucional y nuestro futuro está más presente que nunca. Chile tiene, además, importantes asuntos que atender en relación con un pasado difícil y ciertamente trágico. Atrapado entre el pasado y el futuro, atraviesa seguramente una época de decisiones cruciales. Pero como descubrió ya la filosofía desde sus inicios, la correcta toma de decisiones o no es posible sin reflexión o carece de mérito y he ahí el rol de la filosofía.
—Estás terminando el Magíster en Filosofía, ¿de qué trata tu tesis?
Mi tesis de Magíster trata sobre el operacionalismo en ciencias experimentales que trata de dar cuenta de cómo una teoría del significado de los conceptos científicos (propuesta por el físico estadounidense Percy Bridgman en la década de los 20), a pesar de las numerosas críticas a las que fue expuesta, ha pasado a ser un insumo para las teorías de la formación de conceptos en el contexto de la filosofía de la práctica científica.
—¿Qué fue lo mejor que le entregó la UAH en la formación académica que hoy valora en su desarrollo laboral?
La UAH me entregó una formación de alta calidad con docentes sumamente capaces, profesionales, apasionados por su oficio e intereses y de gran calidad humana. De lo anterior podrán ser testigos todos aquellos que hemos tenido la dicha de estudiar Filosofía en la UAH. Hice mi licenciatura en filosofía y actualmente estoy a las puertas de terminar el Magíster en Filosofía, y es -sin exageración- un segundo hogar, cuna de mi formación profesional en el pleno sentido del término.