Por Grace Topp Saavedra
Estudiante Educación Parvularia, UAH
Debido a la emergencia sanitaria que se está viviendo actualmente, la totalidad de las instituciones escolares a lo largo del país debieron cerrar sus puertas y no realizar clases presenciales. Esto produjo que cientos de niños, niñas y adolescentes tuvieran que realizar clases en la modalidad online. Asimismo, se pusieron a prueba diversos sistemas por los que se impartía educación. Uno de ellos fue el proceso en el que realizamos comúnmente nuestras experiencias laborales al interior de la carrera. A partir de ello, se produjeron múltiples dudas e interrogantes sobre la forma en que se llevaría a cabo. Desde la carrera, docentes y equipo directivo buscaron las mejores soluciones para el proceso de nuestra formación profesional, surgiendo así un espacio en el que un grupo de estudiantes de tercer año realizamos nuestras experiencias laborales (ELAB) en la región del Bíobío, específicamente en la comuna de Tirúa. En este contexto se enmarca mi experiencia laboral y, es el que describo a continuación.
El jardín en el que realicé mi ELAB, está situado en un sector rural, espacio en donde la mayor parte de la población es de origen mapuche, es por esta razón que el noventa y cinco por ciento de los niños y las niñas que están matriculados en este jardín, son provenientes de origen mapuche, por lo que se busca promover y mantener las costumbres, así como su lengua y cultura. El establecimiento orienta sus objetivos y compromisos hacia el bienestar de los/as párvulos, buscando garantizar aprendizajes de calidad, con equidad y pertenencia desde los primeros años de los niños y las niñas (MINEDUC, 2018).
Es por esta razón, que la misión del centro educativo hace referencia a propiciar experiencias lúdicas y pertinentes a las niñas (pichi domo) y los niños (pichi wentru) de dos a cuatro años, que sean pertinentes a sus costumbres, tradiciones y lengua mapuche. Por ello, para el centro educativo es relevante basarse en el respeto, el afecto y la seguridad, valorando la diversidad y utilizando su entorno como medio de aprendizaje. Al mismo tiempo, su visión es formar al pichi wentru y pichi domo con valores, que sean seres críticos, sociales, tolerantes y afectivos, así valoran la sabiduría de su comunidad y su lengua, para que de esta manera rescaten su cultura mapuche junto a su familia y entorno.
Por otro lado, es importante mencionar que, en 2018, la comuna de Tirúa sufrió una emergencia que afectó gravemente la educación de cientos de niños y niñas, debido a la quema de tres cabañas de verano, más la pérdida del centro educativo. Esto produjo que el jardín se reubicara en salas comunitarias, las que no están adaptadas para ofrecer educación a la primera infancia. Debido a este hecho, la institución cuenta con escasos recursos para realizar experiencias de aprendizajes por lo que han tenido que recurrir a la realización de actividades con recursos que niños y niñas pueden tener en sus hogares.
El centro educativo en el que se enmarca la experiencia sólo cuenta con el nivel educativo medio heterogéneo, en que tanto el nivel medio menor como el nivel medio mayor se encuentran juntos. En este, se encuentran dieciocho niños y niñas de dos a cuatro años matriculados/as, los que están a cargo de una educadora de párvulos, dos técnicos en educación de la primera infancia, una especialista en lengua indígena (ELCI) y personal que apoya el trabajo del equipo de aula (manipuladora y auxiliar de servicio a menores).
Cabe mencionar que la cultura mapuche se caracteriza, según Sadler et al (2006) por considerar a la educación como un instrumento a través del cual se puede transmitir el patrimonio cultural, convirtiendo a este grupo social como portadores y garantes de las normas de su propia cultura. Es decir, que la educación tradicional mapuche traspasa todos sus conocimientos y costumbres a sus hijos e hijas desde su nacimiento, con la finalidad de resguardar los aspectos culturales desde el núcleo familiar. Es por esta razón, que desde la práctica realizada en el centro educativo se enfatizó en la relación y trabajo con las familias mediante instructivos, y asimismo se realizaron experiencias de aprendizajes con material adecuado y arraigado a la cultura.
Potenciar habilidades lingüísticas a través de cuentos
Para potenciar y fomentar la cultura y el desarrollo integral de los niños y las niñas del centro educativo, se intencionó la lectura de distintos cuentos que fueron adecuados al contexto de niños y niñas del nivel. De este modo se potenciaron las habilidades lingüísticas, con nuevas herramientas de comunicación y el fomento del lenguaje de la cultura (chedungun).
Cada una de estas experiencias de aprendizajes fue acompañada por una cápsula pedagógica, las que tenían como fin explicar de forma didáctica las actividades propuestas. De igual modo, se enviaba un instructivo a los/as cuidadores/as de los/as párvulos, con el objetivo de guiar de forma simple y adecuada el desarrollo de cada experiencia de aprendizaje. Esta acción tuvo como finalidad acompañar a las familias en el desarrollo de las experiencias propuestas, y fomentar su participación. A partir de lo mencionado, se considera importante el vínculo y líneas de trabajo que se establecen con la familia, pues como lo señala Cuervo (2010), se orienta a las familias y/o cuidadores con el objetivo de entregar herramientas que sean favorables para el desarrollo integral de los y las infantes, estableciendo una cooperación mutua en la labor formativa conjunta y coherente con la realidad de su contexto y cultura.
Finalmente, en mi experiencia laboral (ELAB) en el nivel Sala Cuna, realicé un proceso de capacitación en conjunto con mi tutora -profesora de la carrera quien nos acompaña en el proceso de formación en las ELAB, con el objetivo de beneficiar al equipo educativo. Esta propuesta, surgió como iniciativa del equipo quienes solicitaron que se abordara la actualización de las Bases Curriculares renovadas en el año 2018. Esta actividad formativa nos llenó de orgullo y satisfacción pues creemos que este tipo de acciones no solo beneficia el proceso de formación profesional del equipo pedagógico, sino que también genera un gran impacto de forma indirecta al proceso de desarrollo y aprendizaje de los niños y las niñas.
Conoce aquí la capacitación que realicé en conjunto con la docente Paola Torrejón, tutora de Experiencias Laborales del nivel Sala cuna de la carrera, quien acompañó mi proceso formativo.
Aprendizajes para mi proceso formativo
Gracias a esta primera experiencia laboral en contexto de pandemia, obtuve variados aprendizajes los que sin duda alguna me han permitido progresar en mi formación profesional. Estos conocimientos y estas experiencias vividas, las cargo en una mochila que llevo conmigo, para así tenerlas presente en mis futuras ELAB y vida laboral.
Dentro de esta mochila destaco el rol auténtico que como educadoras/es debemos desempeñar como guías, mediadoras/es y educadoras/es, no solo para los/as niños/as, sino también para las familias, las que, desde mi experiencia, necesitaban conocer y aprender cómo involucrarse en el proceso de desarrollo de sus hijos e hijas, más aún en este contexto en el que estamos.
Otro aspecto clave que aprendí, ha sido la importancia de potenciar y establecer líneas de trabajo en común con los/as cuidadores, de tal manera que puedan compartirse los objetivos e intención que tiene cada actividad propuesta, con el fin de que su proceso sea para el mejor desarrollo de los/as párvulos.
En este proceso de formación he desarrollado habilidades y capacidades que no hubiese aprendido en el contexto de “normalidad”, pues las educadoras y educadores tuvieron que estar preparadas/os ante cualquier dificultad y desafío que se presentó buscando las mejores estrategias para el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje. Realizar la experiencia laboral en pandemia, me permitió aprender a diseñar materiales pedagógicos como cápsulas pedagógicas, y fichas que guíen a las familias para realizar experiencias de aprendizajes. Además, adquirí conocimientos de diversas aplicaciones y herramientas tecnológicas que facilitaron la creación de material educativo. También, valoro la comunicación que se debe generar con el equipo pedagógico y las familias, proceso que beneficia enormemente al aprendizaje de los/as infantes. Estos aprendizajes, me permitieron formarme desde una perspectiva única, siendo capaz de enfrentarme a circunstancias remotas y difíciles.
Finalmente, considero que un/a educador/a tiene un rol valioso en el sistema educativo inicial. Por ello es fundamental mantenerse en constante estudio para así potenciar mis conocimientos y progresar profesionalmente. De esta manera, estaré actualizada en el currículum y sistema educativo, para así ofrecer las mejores experiencias de aprendizajes guiadas.
Referencias bibliográficas
- Cuervo, A. (2010). Pautas de crianza y desarrollo socio afectivo en la infancia. (Vol. 1). Bogotá: Revista Latinoamericana de Ciencias, Niñez y Juventud.
- (2018). Bases Curriculares de la Educación Parvularia. Santiago de Chile: Ministerio de educación.
- Sadler, M., Obach, A., Montecino, S., Naranjo, C., Martínez, R., Quiñelén, M., & Quiñelén, L. (2006). Pautas de crianza mapuche. Estudio Significaciones, actitudes y prácticas de familias mapuches en relación a la crianza y cuidado infantil de los niños y niñas desde la gestación hasta los cinco años. Centro Interdisciplinario de Estudios de Género CIEG, Chile.