Con la exposición Materia Gris el artista chileno Nicolás Franco presenta en el Museo Nacional de Bellas Artes, entre el 26 de mayo y el 20 de agosto, piezas inéditas que procesan fotografías de obras de la colección MNBA, para abordar el género de la pintura y poner en relieve las interacciones cíclicas y seculares presentes en nuestra historia visual. La muestra contó con la curaduría de nuestro académico del Departamento de Arte UAH, Sebastián Vidal V.
Para “Materia Gris”, el artista ha utilizado fotografías de obras pertenecientes a la colección del MNBA. Cada matriz, meticulosamente registrada, ha sido fijada sobre gruesos paneles de aluminio por medio de una reacción química producida por el contacto de diversos tipos de ácido con el metal. Este proceso funciona como punto de partida para una serie de inmensos cuadros, de hasta cuatro metros de ancho, en los que se combinan procesos industriales de gran complejidad con sutiles intervenciones artesanales.
La exposición explora la colección del museo desde un punto de vista ambiguo y visceral. Cada pintura que compone “Materia Gris”, con sus distintas intensidades, trasmuta en materia este acervo de imágenes para otorgarles un nuevo umbral de intensidad, una textura enigmática. Como en casi todos los trabajos de Franco, el archivo es solo un punto de partida que funciona como un vehículo para profundizar en las preocupaciones más amplias de su trabajo, que tienen relación con la naturaleza de la creación y con la capacidad de hacer visible y palpable el misterio que ciertas imágenes y objetos contienen.
Junto con la serie de pinturas, se exhiben también un grupo de esculturas que forman parte de la serie titulada NN. Perfiles de aluminio dispuestos de suelo a cielo en el espacio de la sala, contienen en su interior un conjunto de objetos encontrados, imágenes, textos y residuos materiales utilizados en la producción de las obras. Esta serie de trabajos, iniciada por Franco el año 2010, constantemente reaparece y acompaña las obras centrales de sus proyectos.
Conversamos con Sebastián Vidal Valenzuela, académico del Departamento de Arte de la Universidad Alberto Hurtado, para que nos contara sobre su experiencia curatorial en esta muestra.
¿Qué nos puedes comentar sobre la recién inaugurada exposición “Materia gris”?
La exposición de Nicolás Franco es un ejercicio de reflexión sobre la pintura en su condición cruda y material en diálogo con piezas de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. Se trata de artistas emblemáticxs para la historia del arte local cómo José Gil de Castro, Laura Rodig, Charles Wood, Rebeca Matte, Juan Francisco González, Virginio Arias, entre otros. Las imágenes de estas piezas son alteradas a través de un largo proceso de impresión sobre grandes planchas de aluminio, las que por medio de un proceso de reacción química -con varios tipos de ácido- se van interviniendo y carcomiendo. Con gruesas trazas de pinturas las obras quedan camufladas para aparecer sutilmente ya sea por medio del calado en las placas o por el movimiento del espectador frente a los cuadros. Se trata de cuadros de gran formato que intervienen la sala y que son montadas a piso. Esto también permite que las piezas tengan un efecto instalativo.
¿Cómo se gestó la propuesta de curatoría para esta muestra?
Materia gris fue un proyecto Fondart. Nicolás me comentó sobre el proyecto y me invitó a participar de la propuesta. Él desde hace mucho tiempo viene trabajando con la idea de archivo y arte. Lo ha hecho de forma extraordinaria con exposiciones como “Chile Ayer y Hoy” que hoy es parte de la colección de la TATE. También con “La sábana”, obra comisionada por el proyecto Tecnologías Políticas de la Memoria, financiado por ANID y el Fondo Newton del Reino Unido, y resguardada por el Centro de Derechos Humanos – UAH. En este último proyecto oficié como curador de la pieza en el Museo de Arte Contemporáneo MAC el 2017. Ahí, Nicolás trabajó con archivos históricos muy potentes pertenecientes a la Vicaría de la Solidaridad. Desde ahí, hemos trabajado juntos, por ejemplo, en una muestra individual de él llamada “Beautiful Ruins” el 2019 en el MAVI. Esta nueva exposición en la sala Matta del Museo Nacional de Bellas ha sido un paso lógico ya que, para mí, consolida una sistemática interacción colaborativa en el tiempo.
¿Cómo fue el proceso de curaduría?
Durante este tiempo hemos ido revisando los bocetos originales, reflexionando sobre las obras de la colección, la visita y el estudio de los primeros resultados en su taller, la discusión de la mejor propuesta museográfica, así como las vistas de las piezas durante el montaje, comunicaciones, etc.
¿Cuál fue el principal desafío?
Como historiador del arte que trabaja arte chileno me resulta muy seductor que una exposición contemporánea de pintura reflexione sobre cómo la pintura actual puede revisar y activar nuevos horizontes para la imagen desde la materia como del peso simbólico del arte. En este sentido, las alteraciones que se van produciendo me han permitido repensar el modo de ver las obras de arte del pasado con una mirada del pictórica del presente. En otras palabras, la mirada que Nicolás tiene sobre esas piezas me ha posibilitado ver el problema de la visualidad desde otro ángulo, donde la abstracción y la materia tensionan la monumentalidad de la imagen histórica. Es realmente fascinante pensar la historia desde esta perspectiva en grandes formatos.
¿En qué deben poner énfasis nuestrxs estudiantes que se están formando como curadores?
Con los estudiantes del curso de curatoría hemos tenido la posibilidad de asistir a dos proyectos en los que he trabajado este semestre. Uno fue en la exhibición en el CEINA de Bárbara Oettinger y Pepo Sabatini y que estuvo basada en la producción de la Machinima (films hechos a base de videojuegos) y también en el montaje de un pieza site-specific de Máximo Corvalán-Pincheira en el MAC llamada Tejado de vidrio. La particularidad, que veo en este proyecto, radica en que nuestros estudiantes son de Teoría e historia del arte y Materia gris, propone un encuentro interesante entre los elementos de la obra (y su modos particulares de exhibición) con referencias históricas del arte chileno que están siendo interpeladas e interconectadas también bajo el ojo del artista. Sin duda, va a ser una doble mirada para ellas.