Soy Álvaro Pozo, egresado de Educación Básica, 2018…
Al momento de egresar de la UAH, ya me encontraba trabajando en el Colegio Siembra en Bajos de Mena (comuna de Puente Alto).
¿Cómo sientes que fue tu paso por la UAH? ¿Recuerdas algo en especial?
Mi paso por la Universidad, la oportunidad de poder trabajar con grandes maestros y maestras, el tener maravillosas conversaciones y juicios respecto de la realidad educativa y la necesidad de sus cambios, fueron espacios fundamentales en lo que hoy me conforma como educador.
Hay ciertos sellos en la UAH, como la búsqueda de cierta excelencia profesional, con una ética profunda y una mirada crítica, eso, a mi parecer, son componentes característicos en la formación que la Facultad de Educación ofrece. Desde ahí, surgen experiencias que están en mis recuerdos; tener la posibilidad de exponer en un coloquio sobre la importancia del rol de los practicantes y su función como agentes promotores de los cambios y las miradas críticas en las escuelas; la experiencia que como federación de estudiantes nos llevó a comprometernos con Paredones y poder dar una mano posterior al terremoto; la posibilidad de desarrollar un taller de cuentacuentos en una de las escuelas en la que nos tocó hacer la práctica. Todas esas experiencias tienen un componente común, el trabajo colectivo, el tener sueños conjuntos y verlos florecer en la realidad.
¿Cuáles son las herramientas y/o saberes que te diferencian en el mundo laboral por el hecho de haber egresado de la UAH?
Sin duda, existen ciertas características propias de la UAH, mirar la realidad como un espacio de cambio, creo, que es uno de los componentes más importantes. El posicionarse frente a la realidad y jugársela por las convicciones (…) la no neutralidad, el elegir un lugar por el cual caminar, el reconocer que el rol docente también es un rol político.
¿En qué te desempeñas profesionalmente hoy (Proyecto 10×10) y cómo has enfrentado el contexto actual (COVID – 19)?
Actualmente, me desempeño como profesor en Bajos de Mena, comuna de Puente Alto, ese rol nos hizo, con otros colegas, poder crear un proyecto que ayudara a suplir las carencias que la entrega de alimentos por parte de la JUNAEB dejaba.
Nos tocó recibir llamados de familias que, en las primeras entregas, no recibieron alimentos porque las raciones no llegaban para toda la matricula, sino que para una parte de ella. Esto, sumado al momento complejo que generaba la crisis sanitaria en Bajos de Mena, la suspensión del funcionamiento de las ferias y el confinamiento, hacían mella en las familias que, además, volvían a ser olvidadas por el Estado.
Por medio de un grupo de WhatsApp, nos organizamos y con mucha realidad nos preguntamos cuanto seríamos capaces de hacer los cuatro profesores que conformábamos este grupo. Definimos que 10 familias. Parecía estar claro, llevar alimentos a 10 familias. Pero no, la idea no me cerraba, los niños y niñas no solo necesitan alimentos, hemos dicho que se laven sus manos constantemente y no sabemos si realmente hay acceso al jabón o alcohol gel. Entonces serían alimentos y artículos de aseo. Sin embargo, el solo hecho de mirar a mis hijos y reconocer los privilegios que ellos tienen frente a mis propios estudiantes, nos obligó a discutir con el resto de los colegas. No pueden ser solo alimentos, tampoco basta con alimentos y artículos de aseo, ¿Cómo un niño sigue siendo niño? ¿Qué le ha quitado esta pandemia? Ahí aparecieron como respuesta juegos de mesa, libros para colorear, instrumentos musicales, libros de lectura y útiles que fomentaran la creatividad.
La idea ya comenzaba a cerrar, pero al mismo tiempo se alejaba de la realidad. Cuatro profes éramos capaces de conseguir alimentos, quizás artículos de aseo, pero todo lo demás lo hacía cuesta arriba. Difundir era la solución. El lunes 27 de abril comenzamos, mismo día en el que durante casi 3 horas nos pusimos de acuerdo en lo que queríamos lograr, a las 18.00 ya teníamos un logo, un texto que explicaba la campaña y por sobre todo un sentido.
El 2 de mayo fuimos a hacer la primera entrega 10 familias y 10 elementos en cada kit (por eso proyecto 10 x 10). Ese día llegamos a 15 familias, superamos nuestras expectativas y asociándonos superamos por mucho nuestras capacidades. Al día de hoy ya hemos llegado a más de 100 familias y no pensamos parar.
¿Cómo te proyectas en unos 5 años más profesionalmente?
Me proyecto trabajando por un país mejor, más justo y que reconozca al ser humano en su integralidad. Da igual la vereda en que sea. Me encantaría poder transformar al proyecto 10 x 10 en una fundación, me encantaría también seguir trabajando en el colegio donde estoy. Pero por sobre todo me proyecto trabajando con la misma felicidad y amor que hoy, sin más ambiciones.