Desde que estaba en segundo año de la carrera de Pedagogía en Biología y Ciencias Naturales, la estudiante Paulina Romo Pinto tuvo la inquietud de hacer un intercambio en la universidad y partir a México para realizar su práctica profesional cuando finalizara los estudios. Era su primera vez fuera del país. Sin embargo, nunca imaginó que este propósito se iba a cumplir en medio de una pandemia y cuando estaba a punto de implementar la planificación de sus clases en una preparatoria de Ciudad de México.
Paulina Romo va en quinto año y ganó la beca AUSJAL, un convenio entre universidades jesuitas, en este caso entre Universidad Alberto Hurtado y la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México. La beca le permitió irse de intercambio por un semestre desde enero a mayo de este año. A pesar de esta inédita situación, la estudiante vivió una experiencia positiva y destaca todo el apoyo que recibió desde que postuló al proceso en UAH, así como la recepción que tuvo en la universidad mexicana.
Durante su estadía en México, Paulina pudo tomar unos ramos con compañeros de cuarto año de pedagogía, además de hacer una parte de su práctica en la Preparatoria Ibero, institución asociada a la universidad. Desde enero a marzo, conoció a estudiantes en clases de biología, observó el contexto educativo para poder hacer un diagnóstico y colaboró con el profesor en evaluaciones, además de desarrollar una planificación de clases. Aunque no alcanzó a implementarlas, Paulina se siente afortunada por todo lo que vivió. “La calidad de la gente maravillosa, me recibieron con los brazos abiertos y aprendí muchas cosas y estrategias de enseñanza que me han servido para la tesis”, comenta.
“Uno se va con harta incertidumbre con el tema académico, si estaba bien en el nivel. Allá me di cuenta de que tenemos una buena formación pedagógica, me pude enfrentar muy bien a las clases en las que estuve”, reflexiona. También valoró la formación social. “Estuve con personas que piensan muy similar a uno. Pude comparar y en realidad no somos tan distintos en lo social y uno puede hacer grandes cosas por el lado de la educación, tienen los mismos valores, fue muy interesante”.
La estudiante cuenta que tuvo mucha suerte y compañía durante todos los meses que estuvo en México. La beca, que incluye estadía y alimentación, le permitió estar cómoda y tranquila. “El estar lejos, te hace crecer como persona. Fue una buena experiencia y la recomiendo. Nunca estuve sola, conocí a compañeros de Venezuela y Ecuador que estaban en la misma situación que yo y fueron un gran apoyo. Además, los mexicanos fueron grandes anfitriones y muy preocupados, sobre todo cuando tuvimos que quedarnos en casa esperando volver a nuestros países”, relata.
Paulina volvió en mayo a Chile, gracias a un vuelo humanitario y hoy se encuentra terminando su proceso de tesis. Cuenta que junto a unos compañeros de la carrera intentará hacer una implementación de clases cruzadas, para ver cómo funciona lo que diseñó en México y poder pensar sobre qué mejorar de su práctica pedagógica.