Entrar a un master en Ciencia Política en Canadá le costó casi tres años. Tomás del Solar, oriundo de San Felipe, egresado de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Alberto Hurtado (UAH) se fue al país del norte en busca de un puesto en la Universidad de Carlton y participar de su patio que es una plaza pública mundial rica en debate sobre democracia y calidad de vida.
Emigró a fines del 2014 y una vez instalado buscó programas de educación superior. Le ayudó tener nacionalidad chilena-canadiense porque su madre nació en Canadá. Cuando llegó a Ottawa, el centro del gobierno federal del país encontró un trabajo haciendo vino en una tienda, labor que asumió mientras esperaba los resultados de las postulaciones a diversos programas universitarios, entre ellos administración pública en la Universidad de Carleton. Pero no le fue bien. Carleton lo rechazó. “Frustrado decidí continuar trabajando fulltime haciendo vinos”. A pesar de no hacer lo que le gustaba y lo que tenía en mente en esta tierra, lo hizo tan bien, que lo nombraron Jefe del Departamento de Producción de vinos. Pero su tema era estudiar y reinició nuevas y diferentes postulaciones. “Pensé en sacar otro grado en la Universidad de Concordia en Montreal, programa que me aceptó, pero no pude entrar por falta de dinero”, cuenta.
En una segunda opción, ya la tercera, volvió a insistir en hacer los trámites para ingresar al programa de Máster en Ciencia Política de la Universidad de Carleton y, como si la vida se abriera paso, fue aceptado en septiembre del año 2015. Su meta de entrar a esta casa de estudios se había logrado. Estaba feliz matriculado en una de las mejores universidades del mundo. Y con razón. Carleton recibe a alumnos de más de 100 países de todo el mundo, con una oferta académica de excelencia de 65 programas. El campus está situado en un hermoso lugar bordeado por el río Rideau, a sólo minutos del centro de gobierno de la nación. Su prestigio pasa por la investigación altamente innovadora en problemas de la vida real: “Estando aquí demostré que a pesar de que la vida te pone duros desafíos, la constancia y persistencia, de la mano de la ética en todos los tipos de trabajo que debas enfrentar, te llevan al éxito”, confiesa Tomás.
Luego de cursar un año el Máster en Ciencia Política, vio otra posibilidad laboral que tenía que ver con sus intereses. Postuló al programa de pasantías para optar a cargos en el gobierno y en instituciones privadas. Le llegaron treinta ofertas. A la primera semana lo llamaron para cinco ofertas laborales y a la primera entrevista quedó en el Ministerio de Recursos Naturales en el departamento de regulación de grandes proyectos, en el área de fomento del diálogo entre los pueblos originarios de Canadá y el gobierno. El proyecto es de Oil Pipeline, en la Provincia de Alberta, la mayor productora de petróleo.
Esta nueva oportunidad lo enfrenta de nuevo a las expectativas de hacerlo bien, pero a su favor juega el haber estado en trabajos que no le gustaron y dónde rindió de forma excelente, además la motivación para nunca más volver a hacer lo que no le gusta. “Espero quedarme en el área de recursos naturales por un buen tiempo, pero si no es así, me gustaría entrar al departamento de América Latina en el Ministerio de Relaciones Internacionales”, confiesa.
Más allá de lo académico: ¿Cómo es su día a día en las calles de Ottawa? La ciudad tiene un millón de habitantes, está completamente rodeada de ríos y lagos, la gente anda en bicicletas para todos lados, se come muy sano, se recicla muchísimo, entre otras demasiadas cosas que le llaman la atención. Es una ciudad bilingüe por ley, se habla inglés y francés. “El francés es mi nuevo desafío”, dice.
-¿Qué ves de Chile estando en el hemisferio norte?
-Lo único que puedo decir es que uno abre los ojos para darse cuenta que Chile, en muchísimos aspectos, es un país aislado del mundo, lo que me motiva para un día quizás volver y ayudar a tener una sociedad más equitativa y sobretodo donde el respeto por la diversidad pueda ser la regla.
Un joven que se interesa por potenciar al ser republicano de los personas nace, en el caso de Tomás, desde muy pequeño en San Felipe junto a su familia cuando leía artículos en los diarios, y participaba con su papá en campañas electorales. “Quise ser diplomático por mucho tiempo”, recuerda. Su hermano estudió Sociología en la Universidad Alberto Hurtado, de ahí valoraba la herencia jesuita del Instituto Latinoamericano de Doctrina y Estudios Sociales (ILADES) y la seriedad y calidad de los profesores. Siendo estudiante creó la Selección de Voleibol en la UAH, experiencia académica que le ayudó a asumir liderazgos, generar un espíritu de colaboración, trabajo en equipo, además de manejo del estrés en situaciones laborales complejas.
¿Qué viene de aquí para delante? Tomás del Solar seguirá construyendo su camino a partir de sus valores, esos que en parte se lo entregaron sus padres, su universidad, sus profesores y sus amigos y que se resumen en ser un convencido que no hay nada más potente que cambiar la vida de la gente más vulnerable a través del diálogo.
-¿Qué mensaje le darías a los estudiantes de tu escuela de Ciencia Política de la UAH?
“Me quedo con una frase que hay acá: La biblioteca es el lugar donde las mayores revoluciones han salido victoriosas”. Y, claro, lo dice nuevamente convencido desde Canadá el país con más premios nobeles del mundo.