Con un enfoque interdisciplinario, José Corona y Dalí Araya, estudiantes de Pedagogía en Historia y Antropología, respectivamente, acercan el ajedrez a jóvenes infractores de ley, utilizando este deporte como una herramienta de educación, reinserción social y reflexión crítica.
Por Aracelly Bravo Saavedra
En un Centro de Internación Provisoria y Régimen Cerrado (CIP-CRC) en la comuna de Santiago, dos estudiantes de la Universidad Alberto Hurtado, José Corona y Dalí Araya, llevaron adelante un proyecto que pretende transformar un tablero de ajedrez en un puente de aprendizaje y reinserción social. La iniciativa combina pedagogía y antropología para enseñar este deporte a jóvenes infractores de ley, integrando una investigación cualitativa para documentar la experiencia.
El proyecto nació desde la pasión personal de José Corona, estudiante de cuarto año de Pedagogía en Historia y capitán de la Selección de Ajedrez de la UAH. “Mediante la Facultad de Ciencias Sociales, se abrió un concurso de Investigadores Jóvenes 2024, donde invité a Dalí, y le dije que podíamos realizar una investigación cualitativa de la experiencia”, explicó.
El concurso permitió que la propuesta se transformara en el proyecto “Ajedrez social junto a jóvenes infractores de ley: aprendizaje y práctica del ajedrez con jóvenes privados de libertad en un centro del Sename”, una iniciativa interdisciplinaria que no solo imparte clases de ajedrez, sino que también estudia las dinámicas sociales y educativas que emergen en este espacio.
Una experiencia enriquecedora
La metodología del taller se basa en la pedagogía crítica y la educación dialógica, donde el aprendizaje se construyó de manera conjunta entre estudiantes y talleristas. “No solamente aprendemos en conjunto los jóvenes y nosotros, sino también los talleristas, que son profesionales que trabajan en el centro. Bueno, cuando realizamos las clases tiene que estar uno de ellos. Por ende, también están aprendiendo y aprenden en conjunto con los jóvenes. Entonces se genera una simetría entre estudiantes, nosotros y los profesionales” profundizó José.
Durante dos meses y de manera voluntaria, las y los jóvenes han participado en este taller que se imparte una vez a la semana, y que les enseña a mover las piezas en el tablero y desarrollar estrategias tanto dentro como fuera de este. “Lo más valioso de relacionarnos con estos jóvenes, es que puedan ver que tienen la capacidad de aprender nuevas habilidades y desarrollar otras formas de estrategias de reinserción. Y bueno, con las clases que llevamos hemos visto un gran avance. Los jóvenes aprenden súper rápido, derribando nuestros propios paradigmas, nuestras precondiciones acerca de esta población que es vulnerada y estigmatizada”, comentó Dalí.
En ese sentido, José señaló: “El prejuicio más complicado que teníamos, era la idea de un espacio muy hostil, considerando que era una realidad que desconocíamos. No obstante, hemos sido muy bien recibidos, hemos tenido muy buen trato por parte de los jóvenes”.
La perspectiva de José destaca la dimensión política de este proyecto. En un contexto donde la seguridad se aborda desde lógicas punitivas, “muy pocas personas se hacen cargo de la situación. Entregar espacios de educación es parte también de solucionar el problema, hacerte cargo de una problemática y no solamente quedarte en la academia”, expresó José.
Dalí, por su parte, describió la experiencia como enriquecedora y gratificante, valorando cómo el proyecto le permitió llevar la antropología al terreno práctico. “Esta oportunidad me ha dado mucha experiencia en torno a la enseñanza. Yo vengo desde la antropología, donde no nos dan herramientas de enseñanza, entonces ha sido también un aprendizaje continuo en terreno”.
Una mirada al futuro
El proyecto tiene dos objetivos principales: publicar un artículo científico que sistematice los hallazgos de la investigación y dar continuidad al taller. “Nuestra meta es que los jóvenes puedan jugar entre ellos de manera autónoma. Queremos que el taller siga funcionando, incluso cuando nosotros ya no estemos. Idealmente, más estudiantes de la UAH podrían sumarse como voluntarios para fortalecer este vínculo institucional”, comentó José.
Dalí también destacó la importancia de extender este tipo de proyectos: “es una experiencia que muchos tendrían que vivir para aterrizar la vida, que no solamente se desarrolla en la academia, tiene un lado más práctico y más valioso”.
Ajedrez Social no solo ha transformado la vida de los jóvenes participantes, sino también la de quienes lideraron la iniciativa. El proyecto representa un ejemplo del compromiso de la Universidad Alberto Hurtado con una educación integral, inclusiva y orientada a la justicia social.
Finalmente, José destacó las herramientas que la universidad le ha proporcionado para su desarrollo personal y profesional: “El taller de ajedrez, junto con la selección, ha sido un espacio de mucho aprendizaje que me ha permitido formarme en la disciplina y en las competencias. De hecho, fue en los entrenamientos de la Selección de Ajedrez donde conocí a Dalí”.
Además, mencionó que “la posibilidad de cursar minors ha sido muy valiosa; estoy haciendo un minor en Antropología, lo que ha complementado enormemente mi formación. Creo que es importante resaltar cómo la universidad nos entrega herramientas alineadas con su misión educativa”, concluyó José.