Catalina Muñoz, Alumni Psicología UAH: “Tenemos que sacarnos los lentes del adultocentrismo y disfrutar la vida con la simpleza que la viven las y los niños”
Por: Patricio Aguilera Zulantay, Alumni Periodismo UAH.
¿Cómo criar de manera respetuosa? Ese es el objetivo del proyecto digital @criando.nos de Catalina. Dedicada a la Atención Primaria de la Salud, quiso compatibilizar su trabajo con una cuenta de Instagram en la que promueve una crianza respetuosa y una disciplina positiva a través de talleres y asesorías.
Comencemos con tu proyecto de Instagram. ¿Cómo nació la idea?
Cuando nació mi hijo mayor tuve una experiencia de parto muy compleja, con mucha violencia obstétrica, con muchos malos tratos, y como vía de escape, hice esta cuenta en la que hablaba, en primera instancia, de la gestación y del post parto. Uní la psicología con este acompañamiento más perinatal. Pero luego comencé a especializarme en crianza porque mi hijo iba creciendo, y fue así como me enfoqué en crianza respetuosa, en disciplina positiva. Trabajo con adultos y familias, en beneficio de los niños.
¿Cómo definirías una crianza respetuosa?
La mejor manera de explicarla es ponerte en el lugar del otro, alejándonos de la mirada adultocéntrica de pensar que el adulto tiene la razón y que los niños son inferiores. Ponernos en sus zapatos, mirar el mundo desde sus ojitos, y acompañarlos. Al principio me preguntaban qué hacer si los hijos hacen mucha pataleta, gritan y pegan, y yo les decía que los niños hacen eso; sus cerebros se van desarrollando junto con su cuerpo, y lo seguirán haciendo. Los adultos tienen que acompañar con una mirada respetuosa, no castigar, poner límites pero siendo amorosos.
A partir de tu experiencia personal y profesional, ¿cómo ves la situación de la crianza en Chile?
Lo veo con una mirada esperanzadora. Hoy en día, los cuidadores, los papás y las mamás, se están cuestionando la crianza sin golpes, sin gritos, pero es muy complejo porque hay muchas generaciones contrarias que están conviviendo. Hay personas que siguen creyendo que es súper bueno que lloren porque desarrollan los pulmones, que si los tomas mucho en brazo se mal acostumbran. Entonces, lo veo esperanzador pero difícil porque hay dos miradas que chocan.
Me parece muy importante que las personas también puedan conocer tu experiencia personal y cómo construiste los valores que te movilizan en la actualidad. ¿Cómo fue tu paso por la UAH?
Siempre quise estudiar psicología. Y fue muy bonito porque mi papá también conocía mucho la carrera; yo venía con las expectativas que él me había traspasado. Mi papá se enfermó durante mi último año de la carrera y la universidad me brindó toda la ayuda y apoyo. Más allá de lo académico, aprendí mucho en la formación humana. En la UAH te enseñan a ponerte en el lugar del otro, a mirar cómo se está sintiendo la otra persona. Y también aprendí a desarrollar una mirada crítica: reflexionar las cosas que uno va aprendiendo, analizarlas, cuestionarlas e incorporarlas en lo que haces. Siempre intento traspasar eso en los talleres y en todo lo que hago.
¿Tienes alguna anécdota que haya marcado tu vínculo con la universidad?
Es algo muy personal, pero acá conocí a mi esposo. Estamos casados y tenemos dos hijos. Éramos compañeros de Psicología. Todavía comparto con mis compañeros; perduran las relaciones después de muchos años y se ha formado un ambiente muy familiar. A partir de todo esto, logré tener una visión más humilde de la carrera. Entender que no somos superiores a nadie y que la manera de trabajar con el paciente es ponerse en su lugar, ser un equipo con él.
Actualmente trabajas en el Cesfam de Peñaflor, atendiendo a familias, embarazadas, niños y niñas, y tu paso por la Atención Primaria de la Salud también te ha llevado a liderar programas de acompañamiento psicosocial con infancias. ¿Qué crees que estamos ignorando al ver a la niñez en Chile? ¿Qué tenemos que aprender de ellos?
Los niños son bacanes, son tan transparentes que me recuerdan que tenemos que mirar las cosas con esa simpleza. Los adultos nos enredamos con detalles que para los niños no son relevantes. Los adultos necesitamos jugar, reírnos, y es lo que nos falta como sociedad. Tenemos que sacarnos los lentes del adultocentrismo y disfrutar la vida con la simpleza que la viven las y los niños.
¿Y cómo ves el desafío de trabajar con las infancias en el servicio público?
Veo muchas ganas de trabajar, de entender a los niños. Yo trabajo donde hay mucha vulneración de derechos, poco acceso a la información. Mi trabajo se construye desde la base; entendiendo a los papás, comprendiendo la sobrecarga y de manera indirecta, ir manejando la relación con los niños.
Me imagino que al trabajar en el servicio público, también eres consciente de muchos desafíos que tenemos en torno a la niñez desde el espacio legislativo.
Creo que faltan más leyes que permitan a los cuidadores estar más presentes en su crianza. Las mamás tienen que dejar de trabajar, o cuando se enferman los niños, ellas pueden presentar una licencia pero son super rechazadas y cuestionadas. En mi caso, las últimas dos veces que he vuelto a trabajar después de los postnatales ha habido cambios en mi cargo, y eso lo encuentro muy injusto. Creo que para poder trabajar para los niños, tienen que haber leyes que permitan a los cuidadores estar presentes en la crianza.
Desde tu práctica como psicóloga en entornos diversos y comunitarios, ¿qué le recomendarías a las nuevas generaciones de Psicología?
Les diría que confíen en su guata, algo que se nos olvida. Al principio nos casamos con toda la teoría, con todos los autores y corrientes, pero cuando entras a trabajar te das cuenta que no es mucha la teoría que usas. Les diría que nunca pierdan la humildad y la posibilidad de trabajar por el otro.
En estos 25 años de la Universidad Alberto Hurtado, el nuevo lema es “Universidad para el bien común”. ¿Cómo definirías este concepto? ¿Qué reflexión te genera?
Me parece muy compleja la pregunta. Entiendo el bien común como el bien para la mayoría. En mi caso, como trabajo con los niños a través de los adultos, vamos entendiendo cuál es el bien común para los niños. Ellos no nos van a decir con palabras lo que necesitan, entonces a través de la mirada del adulto poder llegar al bien común de ellos.