Immanuel Kant (1724-1804) es uno de los filósofos más estudiados en el mundo por su compromiso con la libertad humana, la dignidad del hombre y la concepción de que la obligación moral no deriva ni de Dios, ni de las autoridades y comunidades humanas, ni de las preferencias o deseos de los agentes humanos, sino de la razón. Sus escritos son difíciles y sistemáticos. Bien lo sabe una de las profesoras de la Facultad de Filosofía y Humanidades (FILHUM) de la Universidad Alberto Hurtado que le ha dedicado quince años de su vida a estudiarlo.
Es Sasha Mudd, quien se incorporó el año 2017 a la institución jesuita y ocupa un lugar en las salas de clases de las carreras de pregrado y postgrado donde imparte materias como filosofía política, ética de las creencias y Kant.
Su oficina, ubicada en el cuarto piso de Alameda 1869, tiene una cantidad de libros y papers, acumulados en un orden que sólo ella comprende. “Perdón por el caos”, dice.
Sasha Mudd nació en Nueva York, Estados Unidos y es Doctora en Historia y Filosofía de las Ciencias, graduada el 2011 en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Es Miembro activo de grupos profesionales internacionales como la Sociedad Kant del Reino Unido, la Sociedad Británica de Mujeres en Filosofía, la Sociedad Británica para la Teoría Ética y del Consejo Editorial de Contextos Kantianos.
La investigación de Sasha se centra en la filosofía de Immanuel Kant, y especialmente en la relación de la razón práctica con la teórica en su pensamiento. Sus otros intereses de investigación incluyen temas de ética contemporánea y filosofía política, especialmente los fundamentos de la normatividad en estos dominios. Más allá de esto, ella también tiene intereses en la Filosofía de la Historia y la Filosofía del Psicoanálisis. Todo su trabajo está basado en la convicción de que apropiarse y desarrollar el pensamiento de los filósofos de los siglos XVIII y XIX es una de las mejores maneras de obtener una visión de los problemas filosóficos contemporáneos.
Conversamos con ella de cómo ha sido esta larga relación académica con este filósofo que, hasta el día de hoy, saca humitos en las mentes de miles de estudiantes de filosofía en el mundo.
-Lleva poco tiempo en la UAH ¿Cómo ha sido la experiencia con los alumnos?
– Mis estudiantes de UAH me han sorprendido con su entusiasmo y su deseo de aprender. Ha sido un desafío divertido descubrir cómo enseñarles en un idioma que todavía estoy dominando. Pero tengo la impresión de que los estudiantes se han beneficiado de mi creatividad comunicativa. En términos más amplios, la enseñanza es una verdadera alegría para mí. Es, probablemente, el único aspecto de la vida académica sobre el cual no soy para nada ambivalente. Me encanta el sentido de esperanza y posibilidad de los jóvenes. Es un privilegio, sin mencionar una gran responsabilidad, alimentar y educar esperanza juvenil.
¿Cómo te sientes trabajando en Kant? o ¿Cómo caracterizarías tu relación con Kant como el centro de tu vida intelectual?
-Tengo una relación amor / odio con la filosofía de Immanuel Kant, que ha sido mi principal preocupación en los últimos 15 años. Su filosofía es infinitamente rica, y siempre hay mucho más que hacer y decir.
¿Puede describir planes de investigación futuros? ¿Qué quiere hacer después?
-Sueño con emprender un gran proyecto de investigación que no tenga nada que ver con Kant, pero aún no ha sucedido. Más específicamente, tengo dos proyectos en mente, el primero se refiere a la filosofía del trabajo y reúne mis intereses de investigación en ética y filosofía política. El segundo es de una naturaleza más personal y trata con la ética de la memoria y el duelo. Pero para lograrlo debo ¡escapar del vértice de Kant! No sé cómo será posible, para ser honesta.
-Dentro de esta ruta en comprender a Kant, hay algún autor que le ha ayudado en momentos de crisis.
-Me encontré con Susan Neiman a través de su libro The Unity of Reason (1994) mientras escribía una disertación doctoral sobre Kant y luchaba contra una grave sensación de desilusión sobre la profesión. Este libro fue una bocanada de aire masivo para mí, ya que en él Neiman hace algunas cosas maravillosamente sorprendentes que no pensé que un filósofo profesional podría hacer. En primer lugar, habla de las ideas de Kant con una intensidad apasionada que rara vez se encuentra en la literatura profesional, una intensidad que con demasiada frecuencia -y erróneamente- se asocia con una falta de seriedad. Nosotros, los filósofos, a menudo nos sentimos obligados a escribir, como si no tuviéramos un interés particular en nuestro tema y, desde luego, ningún sentimiento apasionado al respecto. En Neiman, por el contrario, encontré un intérprete sagaz de Kant que, sin embargo, escribió sobre él como si importara intensamente. Segundo, su prosa ágil es inmensamente agradable de leer, y está escrita claramente para ser disfrutada. Esto ocasionó otra revelación: que es posible ser serio sin ser seco, y que la búsqueda de la verdad no tiene que hacerse a expensas del placer y la belleza, aunque a menudo sí se hace. Otra cosa que admiro de Neiman, y que la hace una de mis favoritas, es que interroga a los pensadores del pasado como si fueran un grupo de amigos muy bien conocidos. En este sentido, nos muestra que la buena filosofía no es solo, ni siquiera principalmente, acerca de cuán claramente se articulan las grandes ideas, sino también acerca de cuán hábilmente se las conecta con las preocupaciones y experiencias presentes en toda su urgente y desordenada particularidad. Neiman habla de los impulsos morales que animan nuestros proyectos filosóficos en los términos más amplios, y su trabajo ha ampliado mi percepción de lo que significa para una filósofa trabajar y pensar valientemente hoy.