Señor Director:
Un editorial de “El Mercurio” del 8 de enero afirma que no existen democracias modernas que hayan renunciado al derecho de legislar, es decir, controlar, ordenar y seleccionar a quienes ingresan al país de aquellos que no pueden hacerlo. En virtud de este argumento llama al gobierno electo a que retome la agenda legislativa en esta materia y establezca los controles necesarios para seleccionar a aquellos migrantes que puedan ingresar, argumentando que ello resguarda precisamente los derechos humanos de quienes llegan al territorio nacional.
Esta visión —que se inscribe en una perspectiva restrictiva de la migración— tiene una serie de supuestos necesarios de debatir.
En primer lugar, la migración ha sido un factor clave para el desarrollo de las principales economías mundiales. Europa después de la Segunda Guerra Mundial simplemente no habría podido alcanzar los niveles actuales de desarrollo si no hubiese sido por los millones de trabajadores que llegaron desde Turquía, India Argelia y las Indias Occidentales, por mencionar algunos. Solo en Alemania llegaron más de dos millones de Gastarbeiter o trabajadores invitados desde Turquía. Es recién en los años setenta —después de la crisis del petróleo— que los países industrializados comenzaron a limitar el ingreso de migrantes. Tal como lo demuestra la historia, los Estados Nación han pasado por ciclos abiertos y restrictivos de la migración en función de las demandas económicas y de los procesos demográficos. En períodos de crecimiento, de transformación de la matriz productiva, de expansión del sector servicios y de disminución de la tasa de nacimiento, los migrantes siempre han sido un factor que ha contribuido al desarrollo de los países. De más está decir que se trata de países donde la población migrante supera el 10 o 15% de la población nacional, mientras que en el nuestro podría llegar recién al 3% En segundo lugar, la visión que refleja la editorial se inscribe en la realidad migratoria sur-norte, sin embargo, Chile es parte de América Latina y sus flujos migratorios dan cuenta de ello. Chile no es Estados Unidos, Inglaterra o Francia en materia migratoria. Los extranjeros que llegan al país son en su mayoría latinoamericanos (más del 70%), lo que implica personas con el mismo idioma matriz cultural e histórica. La circulación de personas, así como la posibilidad de residir en países de la reglón, son parte de los procesos de Integración social, cultural y económica que se encuentran en marcha, y que han sido señalados como uno de los grandes aportes que esta reglón entrega al mundo, pero del que Chile no ha querido ser parte activa…
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