Camila Aguilera Yáñez, oriunda de Copiapó, comenzó su camino musical en el Liceo de Música de su ciudad, donde cursó la enseñanza media. Desde temprana edad demostró su talento y pasión por el canto, pero no fue hasta tercero medio cuando decidió que este sería su vocación.
Entró a estudiar canto en la Universidad Alberto Hurtado, carrera de la que egresó en 2020, pero nunca ha dejado de lado su relación con la universidad. En julio de este año fue parte del programa “Mozart en el Lied” de la XVII Temporada de Conciertos del IMUAH, donde, junto a otros intérpretes, demostró la inigualable maestría musical de Wolfgang Amadeus Mozart en una faceta menos conocida: su repertorio para canto y piano.
A sus 27 años se ha convertido en la segunda chilena en formar parte de la Volksoper de Viena, la segunda ópera más importante de la ciudad y la primera en Europa en representaciones de opereta. Conversamos con ella para conocer más sobre su trayectoria musical, sus motivaciones, metas y su relación con la UAH como alma máter.
—¿Por qué decidiste entrar a estudiar canto?
Siempre he cantado. Desde los 7 u 8 años. Es algo que me gusta mucho hacer, pero creo que fue cuando entré al Liceo de Música de Copiapó cuando decidí que me quería dedicar a esto. Muchas veces sentí que la vida me daba señales al momento de tomar decisiones y por una serie de eventos terminé siendo asistente del director de coro del liceo. Esa fue la primera vez que pensé en estudiar música, quería dirigir un coro.
El momento más importante para mí fue cuando mi amigo Diego Godoy me invitó a Santiago a tomar clases de canto. Él había sido seleccionado para formar parte de la Ópera de Estrasburgo y se iba de Chile. Sin pensarlo mucho, lo acompañé. Me presentó a su maestra, Graciela Araya, quien me dijo: “Claro que te puedo dar clases, pero necesitas practicar más”. Lo comprendí perfectamente, ya que acababa de terminar el colegio. Luego me presentó a Viviana Hernández, quien en ese momento trabajaba en la UAH. Creo que esa fue otra señal.
—¿Siempre quisiste estudiar para ser intérprete?
¡Sí! Al principio, quise entrar a Pedagogía en Música y tomar la especialización en dirección. Mi idea era hacer “carreras paralelas”. Pero lo cierto es que la interpretación siempre ha sido mi eje central, y al final del primer año en la carrera de canto, me di cuenta de que, para poder destacar con mi instrumento: la voz, requería poner toda mi energía en ello y fue lo que hice.
Aun así, la educación es algo que me mueve; siento que es la base de muchas de mis acciones.
—¿Por qué lo dices? ¿Tienes alguna meta para el futuro?
Mi gran sueño es poder contribuir al desarrollo de una facultad de artes en la Universidad de Atacama. Conocí tantas personas en el Liceo de Música de Copiapó que tenían un talento inigualable, eran genios, pero que no tenían los recursos para salir de la región. A veces pienso que el esfuerzo que hago para alcanzar grandes cosas, como estar en la Volksoper de Viena, es para lograr ser “alguien”. Me imagino que ser más “socialmente reconocida” me podría ayudar a impulsar cosas relacionadas al desarrollo de educación superior.
—¿Y qué significa Viena para ti en el camino a ese sueño?
¡Uno que ya se hizo realidad! Siempre me quise venir a Europa y fue algo que logré con mucho, mucho apoyo, sobre todo de la Fundación Ibáñez Atkinson. Ellos me han apoyado desde que “me vieron” en el concurso Mujeres en la Música en 2019. Me invitaron a ser parte del Ibáñez Atkinson Young Artist Program (FIA-YAP), programa de perfeccionamiento lírico que la Fundación realiza en alianza con el Teatro Municipal de Santiago, que me permitió desarrollar aún más mi carrera, conocer personas y prepararme para lo que hoy estoy haciendo.