Fuente: El Martutino
Pensé en escribir una columna por lo que pasa en Valparaíso, y no tenía respuesta a mi pregunta sobre, ¿qué puedo decir que no se haya dicho, para que lo que pasa en Valparaíso importe? ¿Podría decir lo que yo mismo he visto y vivido, violencia en las micros, estruendo de tambores en las calles, hasta la madrugada, todos los fines de semana, por años, sin control de ninguna autoridad de las que han desfilado por décadas? ¿Podría contar que una tarde de domingo fui testigo de una pelea entre comerciantes y artesanos en la plaza Sotomayor y que horas después me enteré de que lo que vi resultó con un hombre muerto, con el que había hablado de libros en esa feria, días antes?
“¿Qué más tiene que pasar en Valparaíso? Nada, porque en Antofagasta ya pasó, en Iquique las cosas son peores y Arica está perdida. Quizás, el mensaje es, previniéndonos, que lo peor está por venir. Pero no, eso es puro fatalismo”. —Hugo Bello, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
¿Qué sacaría con decir que un antiguo habitante de Laguna Verde, al que conocí hace poco, me contó que es un “pueblo” —¿es pueblo?— sin ley, donde hay bandas armadas, y que las tomas de terreno esconden pandillas y violencia desconocida, en calles sin nombre ni número que componen esa inmensa toma mimetizada de bosques de pinos? ¿O decir que a mi propia familia le ha tocado guardarse de las balas, una tarde cualquiera, en horario de trabajo, en una calle de Playa Ancha?
Si lo saben todos, no puedo escribir sobre aquello, ya no es noticia, y como sabemos las noticias son “hombre muerde perro”. Ah, entonces relatar que desde que llegué a vivir al Puerto, veintisiete años atrás, una vecina me dijo que los incendios eran provocados a propósito, por “locos” a los que les gustan los incendios, lo que solo en parte explica por qué todos los años hay muchos incendios, no todos con las consecuencias del último, catástrofe bíblica por donde se mire. Pero eso no tiene valor alguno, es un mero chisme, no prueba nada.
Por Hugo Bello, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades UAH