Fuente: Cooperativa
A partir del 7 de mayo, cumplidos siete meses desde el ataque de Hamás a territorio israelí, el Ejército de Israel tomó el control del lado palestino del cruce de Rafah, limítrofe con Egipto, iniciando lo que parece ser una ofensiva a gran escala en este territorio, algo que ha sido rechazado firmemente por Estados Unidos y el gobierno de Biden desde meses.
En febrero del presente año, el presidente Biden, tras una conversación telefónica con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se pronunció en contra de un ataque en Rafah, por no existir garantías de seguridad que protejan a la población cercana a un millón y medio de refugiados palestinos existentes en esa localidad.
Ahora, tres meses después, como resultado de esta invasión, Washington congeló una transferencia de armas a Israel, de unas 3.500 bombas, demandando un inmediato cese al fuego en Gaza. El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, advirtió que Israel no debía lanzar un ataque en Rafah sin proteger previamente a la población palestina del territorio. La presente acción llevada a cabo por Israel puede profundizar la tensión con Estados Unidos.