Fuente: El Desconcierto
Este 8 de marzo pasado las feministas marchamos por las mujeres palestinas que han sido invisibilizadas y abusadas sistemáticamente por la política de Estado de ocupación israelí.
Al igual que las feministas alzamos nuestras voces en solidaridad con las mujeres judías aprisionadas por Hamás, cuya vida pende de un hilo ante la vorágine de violencia desatada sin distinción por Israel, debemos hacer lo mismo por las palestinas.
Con el mismo fervor con que hemos memorizado las historias de cada mujer marcada por la tragedia del 7 de octubre, es imperativo que despleguemos nuestros esfuerzos para iluminar y amplificar las voces de aquellas en Gaza y Cisjordania, a menudo eclipsadas y olvidadas.
En Gaza se lleva a cabo una masacre genocida que ha acabado con la vida de más de 30 mil personas. Expertas de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas expresaron su preocupación por “acusaciones creíbles de atroces violaciones de derechos humanos a las que siguen siendo sometidas las mujeres y niñas palestinas en la Franja de Gaza y Cisjordania”. Estas acusaciones incluyen ejecuciones, violencia física y abuso sexual.
Se calcula que en Gaza hay 50.000 mujeres embarazadas y que más de 180 dan a luz cada día. Estas mujeres no tienen acceso a los servicios obstétricos de urgencia. El cierre de hospitales y centros de atención primaria por los ataques israelíes ha obligado a algunas mujeres a parir en refugios, en sus casas, en la calle entre los escombros o en instalaciones sanitarias saturadas en las que el saneamiento se está deteriorando y el riesgo de infecciones y complicaciones de salud va en aumento. De hecho, el 1 de noviembre fue bombardeado el Hospital de maternidad Al Hilo. Estos son solo algunos de la larga lista de abusos cometidos por el régimen israelí…