La decana de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado plantear que “en las aulas se gesta el potencial que le permite a las sociedades igualar condiciones entre hombres y mujeres”.
En este Día Internacional de la Mujer es esencial reflexionar sobre las brechas de género que persisten en todos los ámbitos de la sociedad. Sin embargo, quiero detenerme en aquellas que están presentes en el sistema educativo de nuestro país, porque es el lugar donde se construyen las bases de la sociedad y donde existen múltiples oportunidades para aprender y transitar hacia sociedades equitativas.
En las aulas se gesta el potencial que le permite a las sociedades igualar condiciones entre hombres y mujeres, tanto respecto de la vida laboral como de las tareas de cuidados y la vida cotidiana en su conjunto.
Sabemos que los problemas de la educación no se resuelven solo en el campo educativo y que el “efecto escuela” contribuye a disminuir las brechas de género en los aprendizajes, pero sin duda es un espacio en el que quedan muchas oportunidades para diversificar los modos de enseñar y aprender y tener menos diferencias en los resultados.
La profesión docente es una profesión ampliamente feminizada. Este dato, nos puede hacer pensar que la escuela es un espacio, especialmente, propicio para problematizar los estereotipos de género y sus resultados de aprendizaje; enfrentar los sesgos de género, profundizar en experiencias educativas integrales e inclusivas; y elaborar, en comunidad, prácticas pedagógicas transformadoras, que fortalezcan las condiciones para el aprendizaje de todos, pero con especial énfasis en que las mujeres no queden atrás.