Fuente: El Mostrador
El 31 de enero la Asociación Chilena de Seguridad y la Universidad Católica lanzaron la octava versión del “Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC”. ¿Qué está sucediendo con la salud mental de las y los chilenos? La verdad es que es imposible responder a esta pregunta después de ver los resultados de este estudio. Aquí estamos frente a un revoltijo de cifras, porcentajes y escalas internacionales que nada explican ni ahondan en la problemática de la salud mental de la población chilena. Ni siquiera arroja luz sobre las diferencias entre la salud mental laboral y la no laboral, algo que uno esperaría dado que la ACHS lidera este estudio. El problema de fondo es que este estudio abusa de la recolección empírica y la representación estadística de la salud mental e ignora factores socioeconómicos y políticos que explican el fenómeno en estudio.
Este problema no es nuevo. El uso indiscriminado del análisis empírico-estadístico sin la mediación de un marco teórico o, al menos, de un sólido contexto social, político y económico para hacer sentido de los datos recolectados, es la manera habitual en que en el país se abordan los problemas sociales. Algunos académicos llaman a esto positivismo crudo, dado que se abusa de la capacidad explicativa de los datos recolectados de forma empírica y procesados de manera estadística. Los analistas empírico-estadísticos suponen que los datos recolectados y procesados estadísticamente hablan por sí mismos. Pero lamentablemente no es así. Sin contexto ni marco teórico las estadísticas no sólo son inútiles para comprender nuestro entorno, sino, en muchos casos nos conducen a una falsificación y distorsión de la realidad.
Obsesionados con la representación estadística al paroxismo, el Termómetro de Salud Mental ACHS-UC abstrae, reduce y descontextualiza la salud mental al punto de su naturalización. Primero, en la forma de cifras y porcentajes, la salud mental es representada de manera aséptica y general. La densidad humana, social y económica que reviste, por ejemplo, la depresión y sus síntomas, se diluye en un set de equivalencias numéricas que restringen la capacidad de caracterizar y situar socialmente el fenómeno. El contexto y el drama de los problemas mentales son exitosamente reducidos y reemplazados por una serie de escalas internacionales como el GHQ-12, PHQ-9, GAD-7 y una artillería de equivalencias cuantitativas que impiden comprender la salud mental y su articulación con el ambiente socioeconómico. Porque hay que decirlo, medir un fenómeno no es suficiente para explicarlo. Es necesario contextualizar e interpretar los datos recolectados y procesados estadísticamente a la luz de teoría social.
Rodrigo Finkelstein
Docente del Diplomado Herramientas para la Gestión y Promoción de Ambientes Laborales Saludables, UAH
Autor de libros sobre seguridad, salud y bienestar en el trabajo.