Stefano Palestini, Alumni Sociología UAH: “Hay desafíos que permanecen en la región y tienen que ver con nuestra incapacidad de complejizar más nuestras economías”
Por: Patricio Aguilera Zulantay, Alumni Periodismo UAH.
Su área de especialización es la política internacional. Durante los últimos años ha enfocado su investigación en el rol de las organizaciones internacionales en las crisis políticas. Es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por el Instituto Universitario Europeo, realizó estudios postdoctorales en la Universidad Libre de Berlín, fue consultor para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y actualmente es profesor del Instituto de Ciencia Política UC.
Antes de indagar en tus investigaciones, sería interesante conocer qué tipo de sociedad estás viendo desde tu relación con las y los estudiantes, un grupo que ha generado grandes cambios en los últimos años.
Quizás mi reflexión no es tan positiva o tiene elementos más de preocupación. Pero partiendo por lo optimista, veo un nivel de politización mayor que el que tenía mi generación. Eso implica un mayor compromiso público y político. Sin embargo, siento, también, que se han acentuado tendencias que estaban ya presentes en mi generación; tendencias muy fuertes de fragmentación, individualización, hacia sociedades que están fuertemente marcadas por trayectorias individuales de éxito e inserción laboral que obligan a una cierta capacitación y competitividad, las cuales van en desmedro de la experiencia educativa.
En tu caso, ¿cómo se fue construyendo tu mirada como estudiante, docente e investigador en la UAH?
Desde un análisis espacial, no es menor que la UAH esté en el centro de Santiago. Sin duda tiene un efecto. Me acuerdo cuando era estudiante y me tocó la “Revolución Pingüina”. Todo lo que pasaba en la calle se sentía en la universidad. Era imposible sustraerse. En ese sentido, es importante que la UAH esté situada acá porque obliga a los académicos a estar conectados con lo que sucede en la calle, en la ciudad. La coyuntura que hemos vivido desde el estallido social y del proceso constituyente, o también desde antes, ha obligado a los y las académicas a conectarse con el debate público. Ha habido una necesidad en la sociedad de que los científicos sociales se involucren.
Para indagar en el plano político internacional, ¿nos puedes comentar cuáles son tus líneas de investigación?
Durante los últimos años, mi trabajo se ha centrado fundamentalmente en crisis políticas, en crisis de las democracias en América Latina, y con un foco comparado entre América Latina y Europa. Y como mi doctorado fue en relaciones internacionales, me he enfocado en actores y factores internacionales que intervienen en estas crisis.
En ese sentido, ¿qué análisis comparativo harías en la actualidad entre América Latina y el plano internacional?
Los países de América Latina, a pesar de que algunos han tenido trayectorias de desarrollo un poco más complejas, siguen siendo países bastantes dependientes y vulnerables a la economía internacional, entonces el elemento internacional es muy importante para entender los cambios políticos y las crisis políticas en América Latina. En las crisis del último tiempo, ha habido actores internacionales que han tratado de intervenir. Pienso, por ejemplo, en la crisis de Venezuela. Ahí la labor de organizaciones internacionales fue muy importante, tratando de mediar el conflicto entre el gobierno y la oposición, tratando de facilitar canales humanitarios. En ese sentido, hay una cierta espada de doble filo: los factores internacionales pueden provocar las crisis, pero por otro lado, los actores internacionales también cumplen una función en la búsqueda de posibles soluciones.
¿Qué desafíos están pendientes en América Latina?
Hay desafíos que permanecen en la región y tienen que ver con nuestra incapacidad de complejizar más nuestras economías, con el grado de dependencia de nuestras economías de los mercados globales y seguir dependiendo de exportaciones de bajo valor agregado. Pero también hay desafíos que son nuevos, que tienen que ver con un entorno político internacional caracterizado por una clara competencia de potencias globales, con un orden internacional que se empieza a estructurar de una forma bipolar, y donde las tensiones entre Estados Unidos y China generan conflictos para nuestra región. Estados Unidos ha tenido un papel gravitante en nuestra historia, pero también China se ha convertido en una fuente de financiamiento y en un socio comercial de primera importancia para muchos países latinoamericanos, incluido Chile. Así que los gobiernos futuros y actuales van a necesitar mucho pragmatismo para enfrentar estas situaciones de polarización y competencia global.
A partir de tu paso por la UAH, lograste desarrollar un camino como investigador. ¿Cuáles han sido los momentos o focos más desafiantes que has abordado?
He presenciado procesos políticos bien fuertes. Cuando me fui a hacer el doctorado, me tocó toda la crisis financiera del euro, fui parte de debates sobre el futuro de la Unión Europea y sus instituciones políticas; si debían avanzar desde un proyecto neoliberal hacia una Unión Europea que retomara la vocación social que tenía en sus orígenes. Luego, otro tema fueron las crisis políticas en América Latina, la crisis en Venezuela y la llamada marea roja: el paso de gobiernos de izquierda a los de derecha y los paralelos declives autoritarios en varios países de la región. Hice distintas investigaciones y publicaciones para entender estos fenómenos y situarlos en contextos más amplios.
Cuando realizas tus investigaciones y ves que has llegado a espacios muy relevantes a nivel global, ¿cómo sientes que la UAH te ayudó en ese camino?
Destacaría tres cosas. Primero, la gran impronta de la UAH tiene que ver con el humanismo, y eso no es menor en un contexto en que las universidades se han transformado en máquinas de producción de capital humano, es difícil encontrar universidades que busquen proyectos formativos mucho más allá de eso. Segundo, aprender el oficio de sociólogo e investigador; eso ha sido muy importante para mí. Y tercero, tiene que ver con los momentos en que me tocó estudiar sociología; probablemente uno de los mejores momentos de la sociología en Chile, con profesores que tenían un impacto muy fuerte a nivel nacional y regional.
Si tuvieras que volver a la UAH y recordar esa formación como investigador, ¿qué momentos destacarías?
Me gustaría recordar el nivel de cercanía entre estudiantes y profesores. Que los profesores nos hicieran parte de sus proyectos de investigación fue muy importante. Por ejemplo, con el Profesor Claudio Ramos, quien me invitó a trabajar en uno de sus proyectos y con quien gané mis primeras experiencias como investigador. Así me fui especializando primero en sociología económica y economía política, y luego la vida me llevó por otros temas, y ahora en la actualidad, a la sociología global y las relaciones internacionales.
En estos 25 años de la Universidad Alberto Hurtado, el nuevo lema es “Universidad para el bien común”. ¿Cómo definirías este concepto? ¿Qué reflexión te genera?
Es un concepto complejo, haría una doble distinción. Se distingue de un bien privado, es decir del beneficio de un individuo o de un grupo de individuos; pero también se distingue de un bien público, uno que beneficia al colectivo, pero que es provisto por la comunidad política organizada, es decir, por el Estado. Entonces, el bien común sería una tercera vía. Me imagino que apunta a los valores colectivos, pero que tienen un grado de independencia del poder político, del Estado. Es un concepto importante – anclado en el humanismo cristiano que caracteriza a la UAH – pero difícil, pues va en contra de la corriente de las sociedades actuales altamente individualizadas y donde la única alternativa pareciera ser volver al Estado como garantizador de bienes públicos.