Fuente: Lemondediplomatique.cl
La consigna por un mundo sin violencia de género es escuchada permanentemente en nuestros tiempos. Sin embargo, expresar este anhelo reiterativamente, realmente deseado y sentido por todas y todos quienes lo esperan, no ha sido suficiente para que sea una realidad en el cotidiano de nuestros espacios. Pensamos que esto responde a que la violencia de género, que aparece ante nuestros ojos muchas veces como un acto perpetrado individualmente, no es algo aislado en nuestra sociedad, por cuanto las acciones para enfrentarla no pueden responder a acciones caso a caso o a medidas desarticuladas y ahistóricas.
La violencia de género es estructural, por tanto, se demanda por políticas públicas que erradiquen toda forma de relación que menoscabe a las mujeres tanto en el ámbito familiar, académico, laboral y en el espacio público. También es histórica, puesto responde a momentos epocales y muchas veces mutan sus expresiones, en tanto, es situada en cada contexto. Permanecen las expresiones más bizarras y brutales como los golpes y el femicidio, pero otras van adoptando nuevas formas de acuerdo con los contextos y los tiempos, como lo son las manifestaciones explicitas de subalternización en los espacios de poder, salarios diferenciados aun cuando se desarrolle el mismo trabajo, reconocimiento a la voz masculina en desmedro de la femenina, entre otros. También podemos dar cuenta de aquella violencia que está solapada y que se agazapa en la normalidad y naturalización de conductas misóginas, tales como la invisibilización, el desconocimiento de los talentos y el desprecio hacia lo femenino. Al mismo tiempo, emergen los retrocesos históricos en logros ya alcanzados por acciones políticas o legales, como lo ha sido la muerte en Irán por no llevar el velo o el no poder acceder a la educación, cuando era un espacio ya ganado…
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