Fuente: El Mercurio
Fue en la capilla del Campus Oriente de la Universidad Católica, una mañana de abril de 1998, donde Pablo Milanés nos cantó “Yo pisaré las calles nuevamente” la emotiva canción a Santiago que había compuesto poco después del golpe de estado de 1973. Se trataba de un encuentro del trovador cubano con los estudiantes chilenos, donde aquella canción adquirió todo su significado, como si la hubiera escrito para ese preciso momento. Pablo Milanés había estado por primera vez en Chile en septiembre de 1972, junto a Silvio Rodríguez y Noel Nicola, gracias a las gestiones de Isabel Parra, quien los había conocido en el momento en que iniciaban el movimiento de la Nueva Trova Cubana que tanto impactaría en el mundo. Es así como Milanés pisaba nuevamente las calles de Santiago y lo hacía ante el mar de lágrimas que inundaba la capilla.
Del feelling al filin
Es que Pablo Milánes sabía calar hondo en el sentimiento humano, pues su trayectoria había comenzado con el estilo sentimental e intimista de la canción cubana de los años cincuenta, basado en la poética de lo cotidiano que revitalizaba el bolero con las armonías del jazz, cruce que funcionaba muy bien en la guitarra. Ese era el filin, que conoceríamos con Omara Portuondo en el rescate de Buena Vista Social Club de mediados de los años noventa, y también con algunos boleros de César Portillo de la Luz, como “Contigo en la distancia”, popularizado por Lucho Gatica en el mundo. Sin embargo, poco supimos de los clubes nocturnos de La Habana, activos hasta mediados de los años sesenta, como el Saint John, el Gato Tuerto o el Karachi, donde un joven Pablo Milanés absorbía todo el sentimentalismo y vuelo melódico del filin con los que impregnaría su obra…
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