Fuente: La Segunda
Los últimos años el movimiento feminista ha adquirido una fuerza sin precedentes. La demanda por una sociedad más justa y menos machista ha remecido y cuestionado nuestra forma de relacionarnos en distintos escenarios. En este contexto, economistas, psicólogas, sociólogas y cientistas políticos, entre otras, han producido dato tras dato sobre la inequidad, violencia y brecha de género que existe en nuestro país.
Sabemos que las mujeres ganamos un 30% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo. Nos informa el Banco Central que el trabajo doméstico no remunerado femenino corresponde al 17,5% del Producto Interno Bruto (PBI). Es la rama de actividad económica que más produce; superando la productividad del sector financiero y empresarial (10,6%), de servicios personales (9%) y también del comercio, restoranes y hoteles (8,1%). Es fácil deducir que por limpiar la casa aportamos más a la economía que un broker de la bolsa.
Conocemos por el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género que durante 2020 se cometieron 43 femicidios en Chile. Es casi una mujer a la semana. Y sabemos que las mujeres que viven con una pareja tienen más probabilidades de ser agredidas, violadas y asesinadas que aquellas que no conviven con un hombre.
No nos llaman la atención muertes de una violencia impactante, como ataques con objetos contundentes o puñaladas. Pasan a ser una estadística más. No reparamos en que la mayoría de las mujeres asesinadas habían denunciado previamente a su agresor. Solo constatamos que el sistema judicial falla en protegernos. Sabemos también que 84% de los hombres no paga la pensión alimenticia, pasando así la carga económica de los hijos a las mujeres…
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