Fuente: Ciperchile.cl
Escena 1, año 2019: El Ministerio de Educación insiste en aplicar el SIMCE poco después del estallido social, con un país conmocionado y establecimientos escolares con serias dificultades para cerrar el año.
Escena 2, año 2020: El Ministerio de Educación, nuevamente, insiste en aplicar el SIMCE en medio de una pandemia mundial, con profesores y profesoras abrumados/as intentando enseñar a distancia y estudiantes estresados intentando aprender.
Escena 3, año 2021: El Ministerio, con aprobación del Consejo Nacional de Educación, vuelve a calendarizar la aplicación del SIMCE, mientras la situación sigue siendo crítica. Más aún el Plan de evaluaciones SIMCE 2021-2026 aumenta el número de exámenes anuales y repone una de las pruebas más polémicas que evalúa la comprensión lectora de niños y niñas de apenas 7-8 años, en segundo básico[i].
Esta es la persistencia Ministerial con el SIMCE, que ocurre a pesar de las complejas urgencias y prioridades que requiere el contexto y a pesar de un extenso acumulado de investigación que muestra de forma robusta los efectos nocivos de estas medidas en términos curriculares, pedagógicos y del bienestar de las comunidades escolares[ii].
Este fenómeno de la persistencia no ocurre solamente en Chile, las políticas de evaluación y rendición de cuentas han proliferado como ninguna otra política educativa en el mundo, en contextos educativos muy diversos[iii]. A su vez, ha emergido una creciente masa crítica a nivel nacional e internacional respecto a estas medidas, que involucra investigadores/as, organizaciones docentes, familias y personas de la sociedad civil; críticas que han aumentado especialmente en el contexto de la pandemia[iv]…
Ver artículo completo